El neoliberalismo en El Otro Modelo

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     Recordemos que en El Otro Modelo, se estima que todos  los males del país  los causa el neoliberalismo, afirman,  originado en el 73 y continuado por la Concertación desde el 90, aunque atenuadamente.
        Recordemos también que se trata de un supuesto neoliberalismo que, tal como se lo describe en la obra,  nunca ha existido en Chile.
     Por eso, porque los autores imaginan que esa política y esas políticas neoliberales han sido hegemónicas en el país, es que   -desde tan errónea percepción-    hacen afirmaciones sorprendentes.
       Por ejemplo, que el neoliberalismo recomienda en todo orden de cosas privatizar (13); que el modelo entroniza al mercado como ³único asignador de los recursos productivos² (23); que ³en la esfera económica se da por sentado que la función del Estado se reduce a la creación de reglas imparciales² (26); que el neoliberalismo afirma que ³no hay tal cosa como el interés general, salvo que haya una pluralidad de intereses individuales² y que considera todos los impuestos como ³una forma de robo² (53); que para el neoliberalismo lo importante es fijar mínimos; lo que pase después ³es por definición políticamente indiferente² (55).
        ¿Cree usted que hay alguna referencia, alguna fundamentación, alguna cita, para respaldar estas supuestas imposiciones neoliberales en Chile? Sí, las hay, pero corresponden a actores políticos tan relevantes en el país como M. Thatcher, F. A. Hayek y R. Nozick, que como todos sabemos han sido Presidentes de la República o ministros de Hacienda y de Economía, o parlamentarios importantes en nuestro país.
  O sea, porque esas tesis pueden haber sido más o menos exactamente expuestas por algunas de esas personas, la implícita conclusión de los autores viene a ser que en Chile obviamente se las ha aplicado así.
   No extraña entonces, que después de esa trasposición, haya un conjunto de afirmaciones derivadas, de igual radicalidad y de similar sesgo. Por cierto, en algunos casos es tal la volatilidad de lo afirmado, que en otra parte del libro aparece la contradicción.
     Por ejemplo se estima que ³el mercado es la manera en que dos individuos que no tienen intereses comunes entre sí se relacionan, cada uno intentando obtener del otro el mayor provecho posible, es decir privilegiando el interés propio² (62), lo que es un reduccionismo completo; se llama a los mercados organización más o menos artificial, pero se afirma más adelante que son imprescindibles (quizás por eso se considera a este elefante neoliberal una ideología ³enteramente utópica² (51) pero ³extraordinariamente exitosa² (55). Por cierto, los autores intentarán una explicación a esta contraposición a lo largo de todo el libro. Juzgue el lector si lo lograron).
        ¿Y el análisis de la subsidiariedad? Bueno, sí, existe. Aparece en la página 150, muy brevemente y de modo que se desfigura el principio: como los autores no quieren referirse a los vínculos entre Estado y organizaciones intermedias, prefieren reducir la subsidiariedad a las relaciones entre Estado y mercado. Así cumplen sus objetivos descalificadores.
      ¿Y las acciones solidarias? Sostiene  el libro que están restringidas ³a los terremotos y las inundaciones² (27),  desfigurando así también esa dimensión de nuestras relaciones diarias.
       De nuevo: el monstruo neoliberal inventado por los autores, ¿lo ha visto alguien en Chile?

Gonzalo Rojas Sánchez
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