Por la espalda
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Escalona lo atacó a garabatos y por la espalda; Saa lo calificó de chantajista y por la espalda. En ambas ocasiones, el apuñalado fue el senador Gómez, quien quizás tiene otros defectos, pero resulta ser de los más frontales y hombrecitos en su coalición. Por eso mismo le llega por la espalda.
Cuesta dar la cara hoy en la Concertación. Cuesta porque el rostro es el espejo del alma y por dentro no parecen estar muy calmadas las aguas en muchos de sus integrantes.
En algunos hay filtraciones que dejan olor a encierro; en otros, hay torrentes de furia y, hasta en los más plácidos, uno que otro gorgoreo que devela inquietudes profundas.
El alma de la Concertación: con frecuencia han usado esa expresión los presidentes, ministros, senadores, diputados, alcaldes, concejales y otros dirigentes de la agrupación, para referirse a un inconsciente colectivo que los animaría positivamente: una especie de energía cósmica de la que habrían succionado la savia para mantenerse casi 20 años en el poder.
Bonito recurso sentimental y retórico, más falso que rehabilitación de delincuente precoz. Lo que ha existido es un afán común de administrar el poder -totalmente legítimo, por cierto- disfrazado de principio vital cósmico. No, la Concertación no tiene alma -como no la tiene entelequia corporativa alguna- y por eso morirá, está muriendo ya.
Los que sí tienen alma son los que atacan por la espalda, los que no dan la cara, los que están vivitos aún, pero expresan con sus actos la verdadera naturaleza de las corrientes subterráneas que los inundan.
Cuesta dar la cara hoy en la Concertación. Cuesta porque el rostro es el espejo del alma y por dentro no parecen estar muy calmadas las aguas en muchos de sus integrantes.
En algunos hay filtraciones que dejan olor a encierro; en otros, hay torrentes de furia y, hasta en los más plácidos, uno que otro gorgoreo que devela inquietudes profundas.
El alma de la Concertación: con frecuencia han usado esa expresión los presidentes, ministros, senadores, diputados, alcaldes, concejales y otros dirigentes de la agrupación, para referirse a un inconsciente colectivo que los animaría positivamente: una especie de energía cósmica de la que habrían succionado la savia para mantenerse casi 20 años en el poder.
Bonito recurso sentimental y retórico, más falso que rehabilitación de delincuente precoz. Lo que ha existido es un afán común de administrar el poder -totalmente legítimo, por cierto- disfrazado de principio vital cósmico. No, la Concertación no tiene alma -como no la tiene entelequia corporativa alguna- y por eso morirá, está muriendo ya.
Los que sí tienen alma son los que atacan por la espalda, los que no dan la cara, los que están vivitos aún, pero expresan con sus actos la verdadera naturaleza de las corrientes subterráneas que los inundan.
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