Tenemos la razón, no la acción
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Son 45 los años de Gremialismo en Chile, desde que Jaime Guzmán fundara un primer grupo en Derecho de la PUC en 1966.
Son 45 años de notables servicios a la universidad y desde ella -formando personas- a los más variados cuerpos intermedios en Chile. Sin el Gremialismo, la politización habría sido total, quizás definitiva. Y muchas instituciones habrían sucumbido hace ya rato, perdiendo la capacidad de ser ellas mismas, transformándose así en simples apéndices de los partidos.
Durante un buen tiempo, así fue: 1967-1973; y desde comienzos de los 90, ha vuelto a presentarse esa amenaza en muchos ambientes, especialmente en los estudiantiles.
En todo el conflicto de este año, sólo ha habido tres grupos en acción: Las juventudes partidistas de izquierda, que lo han conducido en gran medida; los sectores anarquistas, trotskistas, maoístas o guevaristas, que lo chasconean, y los Movimientos gremiales que han intentado un sensato contrapeso. Y si en algo coinciden las izquierdas más duras y los gremialistas, es justamente en radicar su acción al interior de la actividad universitaria, sin sujeción a directivas partidarias, diferenciándose así de Vallejo, de Ballesteros y de sus camaradas del PC.
La prensa nos informa que la presidenta de la FECH se ha reunido esta semana "con los líderes de la Nueva Izquierda, del Partido Socialista y de su propio partido, el Comunista, entre otros, para determinar" si será candidata nuevamente. Lo de siempre: descarada sujeción a las directivas partidarias, impúdica transparencia respecto de quiénes realmente deciden cómo se debe conducir una Federación de estudiantes.
Por años se ha dicho que el Gremialismo estaba obsoleto; incluso unos pocos han roto su unidad con el pretexto de que su doctrina sería ineficiente en los tiempos actuales, en que importaría más una mirada supuestamente integral a los problemas de Chile, afirmando que ya no sirve la subsidiariedad.
Pero todos los días se demuestra el error de quienes quisieran politizar también desde la derecha la vida universitaria: sucumbirán por número, por coherencia y por eficiencia a la arrolladora marea politizadora de las izquierdas oficiales.
Pero también es cierto que la situación actual y un 2012 de renovada tensión, exigirán mucho más de los gremialistas, a veces algo lentos, algo tímidos, algo débiles en su acción. Ya es hora de que las nuevas generaciones recuerden que tienen la razón, pero que eso no basta.
Son 45 años de notables servicios a la universidad y desde ella -formando personas- a los más variados cuerpos intermedios en Chile. Sin el Gremialismo, la politización habría sido total, quizás definitiva. Y muchas instituciones habrían sucumbido hace ya rato, perdiendo la capacidad de ser ellas mismas, transformándose así en simples apéndices de los partidos.
Durante un buen tiempo, así fue: 1967-1973; y desde comienzos de los 90, ha vuelto a presentarse esa amenaza en muchos ambientes, especialmente en los estudiantiles.
En todo el conflicto de este año, sólo ha habido tres grupos en acción: Las juventudes partidistas de izquierda, que lo han conducido en gran medida; los sectores anarquistas, trotskistas, maoístas o guevaristas, que lo chasconean, y los Movimientos gremiales que han intentado un sensato contrapeso. Y si en algo coinciden las izquierdas más duras y los gremialistas, es justamente en radicar su acción al interior de la actividad universitaria, sin sujeción a directivas partidarias, diferenciándose así de Vallejo, de Ballesteros y de sus camaradas del PC.
La prensa nos informa que la presidenta de la FECH se ha reunido esta semana "con los líderes de la Nueva Izquierda, del Partido Socialista y de su propio partido, el Comunista, entre otros, para determinar" si será candidata nuevamente. Lo de siempre: descarada sujeción a las directivas partidarias, impúdica transparencia respecto de quiénes realmente deciden cómo se debe conducir una Federación de estudiantes.
Por años se ha dicho que el Gremialismo estaba obsoleto; incluso unos pocos han roto su unidad con el pretexto de que su doctrina sería ineficiente en los tiempos actuales, en que importaría más una mirada supuestamente integral a los problemas de Chile, afirmando que ya no sirve la subsidiariedad.
Pero todos los días se demuestra el error de quienes quisieran politizar también desde la derecha la vida universitaria: sucumbirán por número, por coherencia y por eficiencia a la arrolladora marea politizadora de las izquierdas oficiales.
Pero también es cierto que la situación actual y un 2012 de renovada tensión, exigirán mucho más de los gremialistas, a veces algo lentos, algo tímidos, algo débiles en su acción. Ya es hora de que las nuevas generaciones recuerden que tienen la razón, pero que eso no basta.