Decálogo del comunista chileno
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Para que todo compatriota de las nuevas generaciones logre comprender qué es de verdad el magnífico Partido Comunista de Chile, para que nunca lo mire en menos ni lo olvide, hay que conocer el decálogo que guía el actuar de los hombresde la hoz y el martillo.
Harás
todo en comunista. Te levantarás comunista, desayunarás comunista, irás
al baño comunista, pololearás comunista, estudiarás comunista, te
recrearás comunista. Irás subiendo en el Partido: paciencia. Lo
importante es que seas hombre o mujer de un solo metal, de acero. Stalin
se llamaba, ¿no?
Nunca
dirás la verdad, la mentira te hará libre. Con la verdad serás capturado
por fiscalías y servicios de seguridad. No faltará un valiente diputado
Melero que te exija aclarar el vínculo con las FARC o con el
narcotráfico, con el terrorismo indigenista o con la toma de liceos.
Pero con la mentira seguirás siendo libre, en la calle, en el Congreso y
en todo lugar. Miente bien: los terminarás agotando, y quizás algunos
te creerán.
Siempre
buscarás alianzas con los más ingenuos o ávidos de poder. Hace décadas
que ya sabes dónde están: en la DC y, particularmente, entre los Frei.
Los cautivarás con tu coherencia (la añoran), con tu mística (la buscan
en cualquier lugar), con tus votos (los necesitan para reinventarse en
el poder). Ellos creerán ser tus aliados. Tú, ya lo sabes, eres el que
debe mandar. Con sutileza, pero mandar al fin.
Ocuparás
toda posición que te cedan. Crecerás poco a poco. ¿Un diputado?
Suficiente, pero si son tres, mejor; después podrás pedir cinco, nueve.
Para divulgar lo poco que hagas, contarás con tus contactos en cada
medio informativo. Toma, ésta es la lista; no la divulgues. Tus
contactos no están ahí para lucirse, sino para servir al Partido.
Usarás
todas las fachadas posibles para victimizarte. Crearás la Asociación de
Exonerados de Medios de Transporte; el Comité de Perseguidos del Mundo
Rural; la Orgánica de Desplazados de la Cultura Alternativa; el Grupo
Amplio de Reprimidos por las Fuerzas Opresivas. Dale con la imaginación,
dale con los nombres; tres personas bastan en cada referente.
Tolerarás
sin mayor apoyo a quienes se mueven a tu izquierda: anarquistas,
trotskistas, maoístas. Si ponen bombas, callarás. Si los detienen,
exigirás sus garantías y pedirás un juicio justo para unos combatientes
que facilitan tu imagen moderada. Te prepararás, eso sí, para explicar
por qué hace 70 años exactos hubo que mandar a matar a Trotsky.
Asistirás a todo evento en que se hable críticamente del Partido. Si un profesor hace en tu universidad una clase sobre el fin del comunismo en Europa en 1989, distribuirás la
gente en la sala para acosarlo y exigirle que afirme la vigencia total
de tu ideología. No lograrás convencer, pero habrás validado tu
presencia y tu postura. No te dejarán fuera de acto alguno, aunque seas
insignificante minoría. Te temerán.
Exigirás
todo tipo de reparaciones económicas del Estado a tu favor. Si en
septiembre de 1973 te negaste a obedecer una orden de un superior
militar siendo tú un infiltrado, hoy eres un patriota merecedor de
recompensa. Pediste 520 millones de pesos como reparación, pero acepta
ahora la posibilidad de obtener sólo 130. La caja del Partido los
necesita.
Cultivarás
el rencor, nunca perdonarás, mantendrás abiertas tus heridas -las que
estabas dispuesto a recibir en tu afán de ganar una guerra fratricida
que te lanzaste a provocar-, porque aunque no te causaron la muerte, sí
te recuerdan al enemigo. Son muy valiosas, por eso mismo.
Atacarás al que te conoce y te desenmascara. Entra al blog de este columnista. Es tu encargo matutino. Dale.
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