Los nuevos Muros

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Walter Laqueur, Robert Service y Martin Walker han hecho detallados relatos de la construcción del Muro de Berlín, exactamente 50 años atrás.

Durante la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, unidades del Ejército de Alemania Oriental cerraron todos los cruces desde Berlín Oriental al occidente. Al despertarse el día 13, los berlineses se encontraron con un valla de alambre de espino de metro ochenta entre Berlín oriental y occidental.    

Pronto se convirtió en un muro de ladrillo. Se derribaron los edificios para despejar el terreno cercano. Se erigieron torres de vigilancia a una distancia adecuada para que los francotiradores dispararan a los refugiados que corrían hacia el muro. Las cifras totales de muertos en los intentos de escape varían entre 125 y 270, aunque hubo unos 5 mil arrestos por esas tentativas, habiendo logrado evadir el cerco durante los 28 años de su existencia, entre 5 y 40 mil personas.

Con 45 kilómetros que dividieron la ciudad de Berlín y otros 115 que separaron a la parte occidental de la ciudad del territorio de la RDA, con una altura de 4 metros y custodiado por unos 15 mil guardias fronterizos, con apenas dos puntos de paso, el Muro se convirtió en el signo más visible del totalitarismo comunista. Otros, como el Gulag, serían develados después.

Cuando fue derribado por la presión popular en noviembre de 1989, se pensó que había terminado el comunismo, sospecha ratificada pro el fin de la URSS, en diciembre de 1991.

Pero no; la capacidad de los comunistas de levantar Muros sigue desarrollándose.

Albañiles del mal, construyen a diario el Muro que divide a la fe de la razón, denigrando a quienes creen y adjudicándse la exclusividad del análisis racional de la realidad.

Levantan también día a día el Muro que divide a los grupos sociales entre explotadores y explotados; ellos, los comunistas, son los vigilantes del paso.

Edifican constantemente el Muro que segrega a la verdad de la mentira; a la primera le impiden moverse, la acorralan y denigran; a la segunda le dan chipe libre, la alimentan, la cultivan.

Ladrillo a ladrillo, separan con nuevos Muros al espíritu de la materia, reduciéndolo todo a las fuerzas de la praxis y ridiculizando los bienes del alma.

No dejan de elevar, cada día más alto, el Muro que proyectaron entre igualdad y progreso.       Denigran los avances de la libertad y sólo buscan retroceder hacia fórmulas de equiparidad en la miseria dispensada por el Estado.

Muro a Muro.

Pero todavía hay gente que considera exagerada esta percepción.

Este Muro no lo construyen los comunistas. Lo levanta cada tonto en su interior.

Gonzalo Rojas Sánchez