En Chile nunca pasa nada. - Columna climática

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       El escepticismo nacional con los pronósticos sobre el clima se expresa siempre así: ³el cielo está cargado, anunciaron precipitaciones, pero obviamente no lloverá, porque nunca le achuntan; en Chile ya no llueve."
   A los pocas horas, casi en el momento exacto del pronóstico, se vienen el diluvio, las inundaciones y el consiguiente arrepentimiento por la incredulidad.
Stefan Zweig
      Stefan Zweig, por dos veces, ha descrito el ambiente que le tocó vivir, justo 100 y 75 años atrás, en las vísperas inmediatas de la Primera y Segunda Guerras mundiales.
        Los "instantes de preocupación pasaban volando, como vilanos al viento; es verdad que, de tarde en tarde, pensábamos en la guerra; pero de un modo no muy distinto de cómo en ocasiones se piensa en la muerte: como algo posible, pero lejano; y París era demasiado bello en aquellos días, y nosotros éramos jóvenes y demasiado dichosos." (París, abril de 1914).
  ³Se invitaban mutuamente a fiestas con smoking  y frac (sin sospechar que pronto vestirían el uniforme de presos en los campos de concentración) llenaban los comercios para efectuar sus compras, disponiéndose a celebrar la Navidad en sus suntuosas casas (sin barruntar que pocos meses después serían despojados de ellas, previo saqueo) (Š) Esa despreocupación que el autor nacional vienés Anzengruber resumió cierta vez en este axioma: 'no te puede pasar nada.'² (Viena, diciembre de 1937).
      En Chile ¿podremos anticiparnos proactivamente a las peores consecuencias del proyecto socialista ya en marcha? ¿O tendremos que leer que alguien escriba en unos años más, desde el exilio, a lo Zweig:
        Los "instantes de preocupación pasaban volando, como pelusillas al viento; es verdad que, de tarde en tarde, pensábamos en lo grave que eran las amenazas a la educación, a la vida, a la familia, a la libertad de emprender; pero de un modo no muy distinto de cómo en ocasiones se piensa en la muerte: como algo posible, pero lejano; y Santiago era demasiado bello en aquellos días, y nosotros estábamos seguros y éramos tan felices."
        "Nos invitábamos mutuamente a fiestas a las que llegábamos en nuestros flamantes 4x4 (sin sospechar que la crisis energética los sacaría de circulación), llenábamos los malls para efectuar nuestras compras mundialeras, disponiéndose a celebrar lo que fuera en nuestras  suntuosas casas (sin imaginar que pocos meses después la crisis inmobiliaria sería tremenda) (Š) Era esa despreocupación que todo chileno resumió muchas veces en este axioma: 'no va a pasar nada', si en Chile nunca llueve." (Santiago, invierno de 2014).

Gonzalo Rojas Sánchez
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