Trabajar de modo justo

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       Junto con la postulación a las Universidades de esta generación 2011, se produce simultáneamente el ingreso al mundo del trabajo de miles de titulados de esas mismas corporaciones.
       Ciertamente, muchos de los profesionales que se integran este enero al ámbito laboral  -en las empresas, en los emprendimientos, en la multiforme actividad productiva-   podrán desde el primer día  -por la ilusión con que comienzan sus trabajos-  ayudar a superar los enfrentamientos laborales,  si fundamentan su actuar en la adecuada mirada de la antropología cristiana.
       Darle a cada uno lo suyo, es la máxima de justicia que saneará la relación patrón-trabajador o empresario-empleado. Es la que esos jóvenes profesionales  -si están bien formados-   podrán ayudar a poner en práctica. Que no esperen, por cierto, lograrlo ni el primer día, ni el primer año, sino que se lo planteen como fruto de un esfuerzo sostenido en el tiempo.
       Se dice fácil, pero requiere de un gran esfuerzo humano, humanístico, más bien. Podrá concretarse mejor con la presencia a futuro de los departamentos de Humanidades en las empresas, lo que  será decisivo para una adecuada determinación de lo justo.
       Serán grupos de profesionales de las Humanidades, contratados al interior de las instituciones, los que cultivarán teóricamente la ética, la historia corporativa y el lenguaje, aterrizando esas disciplinas a las características específicas de cada empresa. Así se desarrollará una auténtica cultura institucional, formada por comportamientos, tradiciones y palabras.
       Unos patrones y unos dirigentes sindicales que confluyan en esa tierra común  -la de lo bueno, la de lo justo, la de lo compartido por generaciones, la de lo claro y lo directo- podrán solucionar sus legítimas diferencias aspiracionales en un clima de cooperación, de juegos de suma positiva. Incluso los proveedores, los clientes y  hasta los competidores, se convertirán en polos de unas relaciones de justicia que desde el interior de la empresa podrán extenderse hacia sus contornos exteriores, hacia los mercados.

Gonzalo Rojas Sánchez