A discriminar
Posted by Blogger on 3:48 PM
Cuando un joven se inicia en las actividades públicas, lo hace con la sana ilusión de servir.
Habitualmente toma contacto con algún movimiento universitario, se acerca a un dirigente algo mayor que él o que ella, lo comienza a admirar, lo apoya en algún centro de alumnos o federación en ejercicio, o en alguna campaña próxima.
El recién iniciado tiene 18 ó 19 años, apenas conoce el léxico, las doctrinas y los métodos, pero ha comenzado ya su andadura. Y si es consistente, no abandonará esa tarea.
Si ha tomado contacto con el Gremialismo universitario -en cualquiera de las universidades en que pervive y florece el legado de Jaime Guzmán- tendrá a su disposición buenos ejemplos de servicio, planes de formación serios y metódicos, equipos estudiantiles abnegados. Conocerá eso sí también, el sabor de la descalificación y, muchas veces, la pena de la derrota.
Si perservera por años, podrá ya mirar a algunos referentes nacionales de su pensamiento. Verá que quienes fueron una o más décadas atrás dirigentes estudiantiles, ahora, en el legítimo uso de sus opciones ciudadanas, postulan a cargos de elección popular o ya los ejercen.
Ahí van a presentarse sus mayores problemas. El joven, con apenas tres o cuatro añitos de dedicación a sus tareas públicas, va a tener que distinguir.
Y al hacerlo, tendrá también que discriminar, aunque sólo sea en su ámbito íntimo.
Discriminar, porque se encontrará con aquéllos que fueron un día dirigentes destacados, como él quiere serlo ahora; ellos también fueron hombres y mujeres serviciales, abnegados, coherentes. Pero hoy los verá gordinflones, bobitos, malulos o reventados. Que no se sorprenda: pasa. Simplemente, que no los tenga más en cuenta, que los perdone y que los abandone.
Discriminar, porque verá también ejemplos netos de perseverancia y sacrificio: que les crea a éstos últimos, porque, entre otras cosas, estos dirigentes ejemplares tienen que aceptar que algún malulo o una gordinflona los trate de fanáticos o de fundamentalistas. Es la prueba de su calidad.
Que trabaje con éstos. Serán su norte.
Habitualmente toma contacto con algún movimiento universitario, se acerca a un dirigente algo mayor que él o que ella, lo comienza a admirar, lo apoya en algún centro de alumnos o federación en ejercicio, o en alguna campaña próxima.
El recién iniciado tiene 18 ó 19 años, apenas conoce el léxico, las doctrinas y los métodos, pero ha comenzado ya su andadura. Y si es consistente, no abandonará esa tarea.
Si ha tomado contacto con el Gremialismo universitario -en cualquiera de las universidades en que pervive y florece el legado de Jaime Guzmán- tendrá a su disposición buenos ejemplos de servicio, planes de formación serios y metódicos, equipos estudiantiles abnegados. Conocerá eso sí también, el sabor de la descalificación y, muchas veces, la pena de la derrota.
Si perservera por años, podrá ya mirar a algunos referentes nacionales de su pensamiento. Verá que quienes fueron una o más décadas atrás dirigentes estudiantiles, ahora, en el legítimo uso de sus opciones ciudadanas, postulan a cargos de elección popular o ya los ejercen.
Ahí van a presentarse sus mayores problemas. El joven, con apenas tres o cuatro añitos de dedicación a sus tareas públicas, va a tener que distinguir.
Y al hacerlo, tendrá también que discriminar, aunque sólo sea en su ámbito íntimo.
Discriminar, porque se encontrará con aquéllos que fueron un día dirigentes destacados, como él quiere serlo ahora; ellos también fueron hombres y mujeres serviciales, abnegados, coherentes. Pero hoy los verá gordinflones, bobitos, malulos o reventados. Que no se sorprenda: pasa. Simplemente, que no los tenga más en cuenta, que los perdone y que los abandone.
Discriminar, porque verá también ejemplos netos de perseverancia y sacrificio: que les crea a éstos últimos, porque, entre otras cosas, estos dirigentes ejemplares tienen que aceptar que algún malulo o una gordinflona los trate de fanáticos o de fundamentalistas. Es la prueba de su calidad.
Que trabaje con éstos. Serán su norte.