Bienvenidos los deberes.
Posted by Blogger on 6:30 PM
A pesar de que no es fácil definir porqué, se experimenta en el ambiente todo un clima favorable a una insistencia en el sentido del deber.
Denigrado, ridiculizado, abandonado por tantos en su vida diaria, el buen deber se asoma de nuevo para pedirnos un espacio, para reclamar por su propio derecho (aunque parezca contradictorio). Y lo hace de la mano de una consigna clara: te conviene.
Suele mirarse entonces a los deberes de los demás: ya es hora de que éstos o aquéllos cambien de actitud, pensamos. Pero esa mirada centrada en el otro es el primer síntoma de cómo se ha desvirtuado la ética del deber.
Porque es en uno mismo, en el yo personal, donde la pregunta alcanza su mayor sentido y profundidad. No en los demás, sino primero en mí.
Sentido del deber.
Del deber de participar. Ya muchas veces antes se ha comentado la necesidad de potenciar a los cuerpos intermedios y a las asociaciones voluntarias; ya en otras ocasiones se ha insistido en que el que abandona esas instancias, claudica sobre sí mismo. Hoy, en medio de un clima de oportunidades para juntarse positivamente con otros, ese deber es aún más compulsivo.
Del deber de corregir. Porque la persona consciente se topa cada día con decenas de actitudes y comportamientos que denigran al semejante, que lo hacen menos humano. Y hay que indignarse pacíficamente ante lo indigno. ¿Cómo? Corrigiendo: es un deber.
Del deber de exigir. Porque la mediocridad se posicionó como sustituto del justo medio; fueron años de prédica de los derechos y los derechos, de los derechos y los derechos. Y así cualquiera termina instalado en los mínimos necesarios, en las manos estiradas para recibir y en la pasividad para dar. Exigir es imperativo si se tiene esperanza en la reconstrucción moral y cultural de los chilenos.
Y quizás cuántos deberes más.
Queda pendiente el deber de precisarlos.
Denigrado, ridiculizado, abandonado por tantos en su vida diaria, el buen deber se asoma de nuevo para pedirnos un espacio, para reclamar por su propio derecho (aunque parezca contradictorio). Y lo hace de la mano de una consigna clara: te conviene.
Suele mirarse entonces a los deberes de los demás: ya es hora de que éstos o aquéllos cambien de actitud, pensamos. Pero esa mirada centrada en el otro es el primer síntoma de cómo se ha desvirtuado la ética del deber.
Porque es en uno mismo, en el yo personal, donde la pregunta alcanza su mayor sentido y profundidad. No en los demás, sino primero en mí.
Sentido del deber.
Del deber de participar. Ya muchas veces antes se ha comentado la necesidad de potenciar a los cuerpos intermedios y a las asociaciones voluntarias; ya en otras ocasiones se ha insistido en que el que abandona esas instancias, claudica sobre sí mismo. Hoy, en medio de un clima de oportunidades para juntarse positivamente con otros, ese deber es aún más compulsivo.
Del deber de corregir. Porque la persona consciente se topa cada día con decenas de actitudes y comportamientos que denigran al semejante, que lo hacen menos humano. Y hay que indignarse pacíficamente ante lo indigno. ¿Cómo? Corrigiendo: es un deber.
Del deber de exigir. Porque la mediocridad se posicionó como sustituto del justo medio; fueron años de prédica de los derechos y los derechos, de los derechos y los derechos. Y así cualquiera termina instalado en los mínimos necesarios, en las manos estiradas para recibir y en la pasividad para dar. Exigir es imperativo si se tiene esperanza en la reconstrucción moral y cultural de los chilenos.
Y quizás cuántos deberes más.
Queda pendiente el deber de precisarlos.