Actitud de Iván Moreira (Santiago, 10 de julio de 2013)
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A los dirigentes, militantes y simpatizantes de la Unión Demócrata
Independiente, especialmente a los jóvenes que participan en el Plan de
Formación:
Cuando quedan apenas cuatro meses de campaña para lograr un gran resultado en la primera vuelta de la elección presidencial y para consolidar la presencia de nuestras ideas en el Congreso Nacional, tengo el deber de dar a conocer la información contenida en este texto.
Después de participar por más de 42 años en el proyecto de Jaime Guzmán, es doloroso tener que mostrar nuestras falencias, pero precisamente porque muchos han callado o han cerrado los ojos, se han dado situaciones como la que voy a describir en detalle. Para evitar que se repitan, debe conocerse la verdad de unos comportamientos que son el modelo de lo que no debe suceder en la UDI. Ciertamente habría preferido que este asunto se aclarase casi un año atrás, pero por la negligencia de tantas personas, no ha sido posible.
A aquella convicción, se suma el hecho de que durante los últimos 15 años he dedicado parte importante de mi tiempo a la formación de las nuevas generaciones para el proyecto de Jaime, como le consta a muchos de ustedes. Como ha sido esa tarea la directamente afectada, la obligación de develar los hechos es aún mayor.
El relato de la situación que me ha tocado vivir en la UDI, desde septiembre de 2012 a la fecha, está fundado entonces en el afán de aclarar la verdad, de contribuir a la depuración de un partido con síntomas de prolongada enfermedad y de exigir justicia.
Fue durante el mes mencionado, mientras me encontraba realizando mi habitual charla a la juventud de la UDI en Suecia 286, cuando pasó por fuera de la sala el señor Iván Moreira, se detuvo por un instante, observó la situación y continuó su marcha. Nada extraño, nada especial.
Pero las sesiones de octubre y noviembre, convenidas con la debida anticipación, me fueron canceladas por motivos diversos. Respecto de la sesión de diciembre, ni siquiera se me contestó el correo en que consultaba por el horario propuesto.
La razón de esas cancelaciones me fue proporcionada poco después por un dirigente de la juventud de la UDI y confirmada por otros dos militantes, uno de ellos integrante de la directiva nacional adulta: el señor Moreira habría acudido donde el señor Tomás Hoffmann y le habría manifestado su molestia por mi presencia en Suecia 286.
Consultado en reiteradas oportunidades el señor Moreira respecto de ese eventual proceder, logré después del octavo correo que me enviase estas dos piezas que transcribo textualmente:
1. "Sr. Rojas,le pido formalmente que deje de acosarme en su obsesión de mandarme tantos mail no tengo ninguna relación con una persona que me difamò y calumnio por lo tanto, porque habría de
contestarle?. Respetuosamente, le pido me deje tranquilo y le sugiero si tiene alguna consulta se dirija o se Reuna con Pdte. UDI,Patricio Melero que lo va a recibir con el mayor Gusto. Una persona columnista destacado del Mercurio,no puede hacer cargo de rumores y los otros
destinatarios tengo entendido son discípulo suyos por lo tanto pidales audiencia. Ivan Moreira"
2. "Le informo q no tengo mas que contestarle a Ud.y no quiero recibir sus mail. Por lo tanto no siga perdiendo tiempo.Procedere a Bloquear su correo y vere jurídicamente que se puede hacer,Si recurro a una denuncia a algún tribunal por obsesivo acoso y no respeto a mi Privacidad,de una persona q actúa hostigosamente.Por lo Tanto su mail me provocan malestar. Le vuelvo a sugerir pidale audiencia a Secretario y amigo personal Sr Kast. a partir de ahora su dirección de correo queda como Spam."
No comento su contenido. Esas palabras pesan sobre la conciencia del señor Moreira y, una vez que las conocieron, sobre las conciencias de todos los integrantes de la Directiva de la UDI, a quienes escribí manifestando estos hechos el 4 de enero pasado.
Sí es evidente un hecho. Nada le costaba al señor Moreira negar que había intervenido para evitar que yo siguiera formando a la juventud en Suecia 286, pero no ha negado su acción. ¿Por qué será?
A su actitud se suman otras, de menor entidad, pero preocupantes también. El señor Tomás Hoffmann no ha querido contestar directamente mi pregunta sobre la eventual presión del señor Moreira. El señor Álvaro Pillado ha evadido toda respuesta a mis cuatro requerimientos sobre la situación. El señor José Antonio Kast ha evitado contestar un cuestionario sobre el tema, formulado hace ya más de seis meses.
Por carta del 4 de enero de 2013, solicité del presidente de la UDI, Patricio Melero, un pronunciamiento sobre la verdad y la justicia de la situación que he expuesto. Ni él, ni ninguno de los miembros de la directiva que recibieron copia de esa carta, acusaron recibo o contestaron una sola línea. Sólo el señor Jaime Bellolio me informó que oportunamente se daría respuesta a mis palabras. Nunca llegó una línea.
El 23 de abril pasado me dirigí por segunda vez al señor Patricio Melero, manifestándole que esperaría alguna reacción de su parte hasta el último día de ese mes y que, según fuese el resultado de esa gestión, procedería a estudiar una presentación al Tribunal Supremo de la UDI.
Como, una vez más, hubo un silencio completo, el 2 de mayo pasado solicité formalmente al Tribunal, de acuerdo a las Normas Generales, 1.2, que se investigase la participación del señor Iván Moreira Barros en acciones que han impedido la presencia de otro militante en la sede central del partido, han perjudicado su tarea formativa con la Juventud de la UDI y han dañado su honra como persona.
Le manifestaba a esa instancia judicial que esperaba que el Tribunal Supremo estimase que, una vez demostradas esas acciones, ellas constituyesen actos de indisciplina o violatorios de la declaración de principios o de los estatutos, o conductas indebidas que comprometen los intereses o el prestigio del partido, y que se aplicasen, por lo tanto, las correspondientes medidas disciplinarias.
El 3 de junio pasado, el Tribunal Supremo decidió "no acoger a tramitación" la denuncia relativa al comportamiento del señor Iván Moreira. El Tribunal estimó que "excede de sus atribuciones pronunciarse sobre aspectos de la gestión interna de los órganos partidarios que, en este caso, son propios de la atención de la Directiva Nacional."
El 27 de junio recién pasado le escribí al Presidente del Tribunal, Ernesto Illanes, manifestándole que resulta imposible comprender qué ha querido decir el Tribunal con ese considerando, ya que ni yo soy un órgano partidario, ni lo es el Plan de Formación que llevo adelante, ni lo es el señor Moreira.
Le hice presente también, con copia al presidente de la UDI y al señor Moreira, que ante la completa indefensión en la que me encuentro, sólo me cabía esperar el 1º de julio, día posterior a las primarias, para iniciar por todos los medios a mi alcance la difusión de los hechos tal como he podido reconstruirlos.
Ya que era primero la Directiva la que podía haberlos aclarado, ya que era después el Tribunal Supremo el que los podría haber investigado, pero dado que uno y otro organismo han preferido no hacerlo, asumo yo mismo y bajo mi responsabilidad personal, la comunicación de lo sucedido a los militantes y simpatizantes de la UDI, a los grupos del Plan de Formación y a la ciudadanía. Lo que debió resolverse en la intimidad de la UDI, por graves omisiones de quienes lo debieran haber abordado, debe salir ahora a la luz pública.
Cuando una organización humana falla tan gravemente en sus procedimientos habituales, sólo cabe seguir un imperativo de conciencia.
Los saluda, agradecido por su atención,
Gonzalo Rojas Sánchez
Profesor Universitario
Cuando quedan apenas cuatro meses de campaña para lograr un gran resultado en la primera vuelta de la elección presidencial y para consolidar la presencia de nuestras ideas en el Congreso Nacional, tengo el deber de dar a conocer la información contenida en este texto.
Después de participar por más de 42 años en el proyecto de Jaime Guzmán, es doloroso tener que mostrar nuestras falencias, pero precisamente porque muchos han callado o han cerrado los ojos, se han dado situaciones como la que voy a describir en detalle. Para evitar que se repitan, debe conocerse la verdad de unos comportamientos que son el modelo de lo que no debe suceder en la UDI. Ciertamente habría preferido que este asunto se aclarase casi un año atrás, pero por la negligencia de tantas personas, no ha sido posible.
A aquella convicción, se suma el hecho de que durante los últimos 15 años he dedicado parte importante de mi tiempo a la formación de las nuevas generaciones para el proyecto de Jaime, como le consta a muchos de ustedes. Como ha sido esa tarea la directamente afectada, la obligación de develar los hechos es aún mayor.
El relato de la situación que me ha tocado vivir en la UDI, desde septiembre de 2012 a la fecha, está fundado entonces en el afán de aclarar la verdad, de contribuir a la depuración de un partido con síntomas de prolongada enfermedad y de exigir justicia.
Fue durante el mes mencionado, mientras me encontraba realizando mi habitual charla a la juventud de la UDI en Suecia 286, cuando pasó por fuera de la sala el señor Iván Moreira, se detuvo por un instante, observó la situación y continuó su marcha. Nada extraño, nada especial.
Pero las sesiones de octubre y noviembre, convenidas con la debida anticipación, me fueron canceladas por motivos diversos. Respecto de la sesión de diciembre, ni siquiera se me contestó el correo en que consultaba por el horario propuesto.
La razón de esas cancelaciones me fue proporcionada poco después por un dirigente de la juventud de la UDI y confirmada por otros dos militantes, uno de ellos integrante de la directiva nacional adulta: el señor Moreira habría acudido donde el señor Tomás Hoffmann y le habría manifestado su molestia por mi presencia en Suecia 286.
Consultado en reiteradas oportunidades el señor Moreira respecto de ese eventual proceder, logré después del octavo correo que me enviase estas dos piezas que transcribo textualmente:
1. "Sr. Rojas,le pido formalmente que deje de acosarme en su obsesión de mandarme tantos mail no tengo ninguna relación con una persona que me difamò y calumnio por lo tanto, porque habría de
contestarle?. Respetuosamente, le pido me deje tranquilo y le sugiero si tiene alguna consulta se dirija o se Reuna con Pdte. UDI,Patricio Melero que lo va a recibir con el mayor Gusto. Una persona columnista destacado del Mercurio,no puede hacer cargo de rumores y los otros
destinatarios tengo entendido son discípulo suyos por lo tanto pidales audiencia. Ivan Moreira"
2. "Le informo q no tengo mas que contestarle a Ud.y no quiero recibir sus mail. Por lo tanto no siga perdiendo tiempo.Procedere a Bloquear su correo y vere jurídicamente que se puede hacer,Si recurro a una denuncia a algún tribunal por obsesivo acoso y no respeto a mi Privacidad,de una persona q actúa hostigosamente.Por lo Tanto su mail me provocan malestar. Le vuelvo a sugerir pidale audiencia a Secretario y amigo personal Sr Kast. a partir de ahora su dirección de correo queda como Spam."
No comento su contenido. Esas palabras pesan sobre la conciencia del señor Moreira y, una vez que las conocieron, sobre las conciencias de todos los integrantes de la Directiva de la UDI, a quienes escribí manifestando estos hechos el 4 de enero pasado.
Sí es evidente un hecho. Nada le costaba al señor Moreira negar que había intervenido para evitar que yo siguiera formando a la juventud en Suecia 286, pero no ha negado su acción. ¿Por qué será?
A su actitud se suman otras, de menor entidad, pero preocupantes también. El señor Tomás Hoffmann no ha querido contestar directamente mi pregunta sobre la eventual presión del señor Moreira. El señor Álvaro Pillado ha evadido toda respuesta a mis cuatro requerimientos sobre la situación. El señor José Antonio Kast ha evitado contestar un cuestionario sobre el tema, formulado hace ya más de seis meses.
Por carta del 4 de enero de 2013, solicité del presidente de la UDI, Patricio Melero, un pronunciamiento sobre la verdad y la justicia de la situación que he expuesto. Ni él, ni ninguno de los miembros de la directiva que recibieron copia de esa carta, acusaron recibo o contestaron una sola línea. Sólo el señor Jaime Bellolio me informó que oportunamente se daría respuesta a mis palabras. Nunca llegó una línea.
El 23 de abril pasado me dirigí por segunda vez al señor Patricio Melero, manifestándole que esperaría alguna reacción de su parte hasta el último día de ese mes y que, según fuese el resultado de esa gestión, procedería a estudiar una presentación al Tribunal Supremo de la UDI.
Como, una vez más, hubo un silencio completo, el 2 de mayo pasado solicité formalmente al Tribunal, de acuerdo a las Normas Generales, 1.2, que se investigase la participación del señor Iván Moreira Barros en acciones que han impedido la presencia de otro militante en la sede central del partido, han perjudicado su tarea formativa con la Juventud de la UDI y han dañado su honra como persona.
Le manifestaba a esa instancia judicial que esperaba que el Tribunal Supremo estimase que, una vez demostradas esas acciones, ellas constituyesen actos de indisciplina o violatorios de la declaración de principios o de los estatutos, o conductas indebidas que comprometen los intereses o el prestigio del partido, y que se aplicasen, por lo tanto, las correspondientes medidas disciplinarias.
El 3 de junio pasado, el Tribunal Supremo decidió "no acoger a tramitación" la denuncia relativa al comportamiento del señor Iván Moreira. El Tribunal estimó que "excede de sus atribuciones pronunciarse sobre aspectos de la gestión interna de los órganos partidarios que, en este caso, son propios de la atención de la Directiva Nacional."
El 27 de junio recién pasado le escribí al Presidente del Tribunal, Ernesto Illanes, manifestándole que resulta imposible comprender qué ha querido decir el Tribunal con ese considerando, ya que ni yo soy un órgano partidario, ni lo es el Plan de Formación que llevo adelante, ni lo es el señor Moreira.
Le hice presente también, con copia al presidente de la UDI y al señor Moreira, que ante la completa indefensión en la que me encuentro, sólo me cabía esperar el 1º de julio, día posterior a las primarias, para iniciar por todos los medios a mi alcance la difusión de los hechos tal como he podido reconstruirlos.
Ya que era primero la Directiva la que podía haberlos aclarado, ya que era después el Tribunal Supremo el que los podría haber investigado, pero dado que uno y otro organismo han preferido no hacerlo, asumo yo mismo y bajo mi responsabilidad personal, la comunicación de lo sucedido a los militantes y simpatizantes de la UDI, a los grupos del Plan de Formación y a la ciudadanía. Lo que debió resolverse en la intimidad de la UDI, por graves omisiones de quienes lo debieran haber abordado, debe salir ahora a la luz pública.
Cuando una organización humana falla tan gravemente en sus procedimientos habituales, sólo cabe seguir un imperativo de conciencia.
Los saluda, agradecido por su atención,
Gonzalo Rojas Sánchez
Profesor Universitario
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