Duro de mollera - Columna sobre Escalona
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Camilo Escalona mejoró mucho su imagen desde la presidencia del Senado.
Se llegó a pensar que había alcanzado esa ponderación que casi siempre
tienta a los socialistas pasados los 50.
Pero en "Duro de matar", su libro del mes pasado, Escalona deja en claro
mediante sus respuestas que ha rechazado la tentación: sigue siendo el
mismo duro de mollera de siempre (expresión delicada para no despertar
las molestias de Percival Cowley).
Algunas joyitas:
"Me convencí que la derecha usó a los militares de forma enteramente
brutal para capturar posiciones de poder, usar el Estado para dar
satisfacción a una codicia ilimitada, que ha sembrado una desigualdad
inaceptable." (29)
Odiosa convicción. Los militares actuaron por su profundo amor a Chile y
la ciudadanía -no la derecha- les rogó que salvaran a la Patria.
"Los llamados gremialistas, hoy la UDI, se constituían en los civiles
que más medraban de tal situación y se erigían en la agrupación política
más fiel, pero más beneficiada, del vergonzoso estado de cosas que
vivía Chile." (95)
Odiosa sugerencia: todos los gremialistas y UDIs habrían usado
indebidamente del poder. No habría habido servidores públicos. Sus
colegas en el parlamento, por años, unos cafres.
"Es fácil percibir que en Chile, para un sector de opinión importante,
como es la derecha, se reduce la riqueza y el valor de la diversidad a
que cada cual pueda recibir todos los ingresos monetarios que estén a su
alcance. En ese ámbito no hay freno alguno." (123)
Odiosa conclusión. Sólo un materialista puede ver al dinero como factor
único de diversidad. Sus palabras adjudican a sus rivales lo que él
lleva como criterio de distinción: las clases sociales determinadas por
factores económicos.
"(Jaime Guzmán quería) anular como factor político decisivo la voluntad
popular o de la ciudadanía. O sea, una línea de pensamiento
profundamente autoritaria. El pensamiento de Jaime Guzmán es un tesonero
afán dedicado a lograr que la elite perdure, de modo arbitrario y
excluyente, como detentora del poder de una nación. Por eso, fue
franquista y luego profundamente pinochetista. (154)
Odiosa mentira. Jaime Guzmán consagró el sufragio universal, fundó un
partido político y obtuvo una resonante victoria en las urnas,
cuadruplicando la votación de Escalona.
"Tanta era su aversión (de Jaime Guzmán) al Estado que, al final, su
idea era que el Estado no pesara, no pudiera interferir, no fuera capaz
de dirigir la sociedad. Recuerdo incluso que en la revista que dirigía
Jaime Guzmán se publicaban largos artículos que hablaban en contra de lo
que llamaban "el dirigismo estatal", como un monstruo al cual derrotar y
anular por completo, eliminándolo, y para eso estaba dispuesto a
mantener el autoritarismo indefinidamente. Guzmán, desde el punto de
vista teórico e intelectual, alimentó el ejercicio del poder por la
dictadura. La filosofía política de Jaime Guzmán se puede caracterizar
como un acto de autofagia, el Estado devorándose a sí mismo. La
dictadura fue la entrega del poder absoluto del Estado, para que este
fuera progresivamente reduciéndose y minimizándose, hasta anularse por
completo, salvo para reprimir. (154)
Odiosa deformación. Escalona busca confundir el rechazo al dirigismo
estatal, muy propio de Guzmán, con el rechazo al Estado, jamás presente
en el senador asesinado. Basta leer la Constitución de 1980, bajo la
cual Escalona ha funcionado, para darse cuenta que el Estado está
presente en sus tareas subsidiarias y, cuando le corresponde, en sus
tareas directivas.
Vaya presidente que le espera al PS.
Gonzalo Rojas Sánchez
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