Nuevos servidores públicos
Posted by Blogger on 1:32 PM
Caras nuevas, sonrientes, juveniles; caras que dan confianza, aunque se nota también en su semblante la preocupación por el desafío que asumen.
Son las caras de los nuevos funcionarios de Gobierno, son los rostros de esa generación de servidores que tienen que demostrarlo todo, porque hasta ahora sólo han puesto su buena voluntad, dejando de lado otras posibilidades profesionales, otros dineros.
Subsecretarios, intendentes, gobernadores, equipos ministeriales y todos los que aún faltan en el organigrama, los miembros de esa camada tienen que aprovechar este primer o segundo fin de semana en sus nuevas tareas, para pararse, mirarse y concluir una verdad fundamental: tenemos que ser ejemplares.
En tres materias van a estar fijos los ojos de sus mayores, las miradas de sus iguales y el interés de los aún más jóvenes que ellos.
Por una parte, en su capacidad profesional. Si bien es ley de vida que unos pocos fracasarán en lo puramente laboral, a todos se les exige de entrada una competencia creciente que tendrán que demostrar superando desánimos y obstáculos técnicos de magnitudes varias.
En segundo lugar, su probidad ética. Obviamente no faltará el chanta que sucumba por el mal uso del auto fiscal o por viáticos no rendidos, que divulgue un secreto profesional o manipule su propia imagen, pero a todos se les pide que se cuiden muy delicada y enérgicamente frente a esas amenazas.
Por último, sus conflictos de conciencia, porque tendrán que ser ejemplares en decirle a sus jefes, si correspondiese: esa línea yo no la cruzo, por ese aro yo no paso, a otro perro con ese hueso.
Es a nuestros jóvenes funcionarios públicos a quienes tenemos que garantizarles una adecuada red de protección. Está en juego, a través de ellos, no sólo un proyecto en marcha, sino toda una proyección de varias camadas futuras. Son la Generación Bicentenario Jaime Guzmán. Muchos siguen sus ideales y responderán por eso de sus conductas. Pero si no los formamos más y mejor, si no los ayudamos, si no los corregimosŠ
La formación ética no garantiza nada, pero sin ella está asegurado el fracaso: algo así afirmaba Leonardo Polo.
Gonzalo Rojas Sánchez
Son las caras de los nuevos funcionarios de Gobierno, son los rostros de esa generación de servidores que tienen que demostrarlo todo, porque hasta ahora sólo han puesto su buena voluntad, dejando de lado otras posibilidades profesionales, otros dineros.
Subsecretarios, intendentes, gobernadores, equipos ministeriales y todos los que aún faltan en el organigrama, los miembros de esa camada tienen que aprovechar este primer o segundo fin de semana en sus nuevas tareas, para pararse, mirarse y concluir una verdad fundamental: tenemos que ser ejemplares.
En tres materias van a estar fijos los ojos de sus mayores, las miradas de sus iguales y el interés de los aún más jóvenes que ellos.
Por una parte, en su capacidad profesional. Si bien es ley de vida que unos pocos fracasarán en lo puramente laboral, a todos se les exige de entrada una competencia creciente que tendrán que demostrar superando desánimos y obstáculos técnicos de magnitudes varias.
En segundo lugar, su probidad ética. Obviamente no faltará el chanta que sucumba por el mal uso del auto fiscal o por viáticos no rendidos, que divulgue un secreto profesional o manipule su propia imagen, pero a todos se les pide que se cuiden muy delicada y enérgicamente frente a esas amenazas.
Por último, sus conflictos de conciencia, porque tendrán que ser ejemplares en decirle a sus jefes, si correspondiese: esa línea yo no la cruzo, por ese aro yo no paso, a otro perro con ese hueso.
Es a nuestros jóvenes funcionarios públicos a quienes tenemos que garantizarles una adecuada red de protección. Está en juego, a través de ellos, no sólo un proyecto en marcha, sino toda una proyección de varias camadas futuras. Son la Generación Bicentenario Jaime Guzmán. Muchos siguen sus ideales y responderán por eso de sus conductas. Pero si no los formamos más y mejor, si no los ayudamos, si no los corregimosŠ
La formación ética no garantiza nada, pero sin ella está asegurado el fracaso: algo así afirmaba Leonardo Polo.
Gonzalo Rojas Sánchez