Olga Rist H. - Misión de Amor
Posted by Blogger on 10:40 AM
Olga Rist H.
Misión de Amor
La paz. Es una palabra, un deseo muchas veces formulado en términos ambigüos o incluso perjudiciales. Porque la paz se confunde de cuando en cuando con la pasividad o con la claudicación.
Por el contrario, si se quiere conocer la verdadera paz, la biografía de una persona tan activa y enérgica, tan decidida y exigente como Olga Rist Hagspiel, dará la medida de los esfuerzos que hay que poner para lograrla y de los frutos que expresan la verdadera paz.
Esta biografía impresa no está a la venta, pero hay que conseguirla cómo sea, y leerla y difundirla por el gran bien que produce esta vida, estas vidas.
Varias vidas, porque Olga es la mujer de Miguel; Miguel es el padre de Miguel; este Miguel fue el hermano mayor de José Antonio; José Antonio es el tío de Felipe, que es hijo del segundo Miguel. Olga es la madre de aquel Miguel, de Cristián, de José Antonio, de otros 6 hermanas y hermanos, es la abuela de Felipe y de la Josefina. Olga es Rist de Kast. Obvio, ¿no?
Alemana, católica, esposa, madre, abuela, chilena, amiga. El orden de esos factores no altera el producto, porque cada uno tiene su lugar perfectamente colocado en una vida que se acerca ya a la plenitud final -Olga nació en 1924- y que se ha desenvuelto con total sencillez, como si nunca hubiera pasado nada.
¡Y ha pasado de todo! Guerra, amor, juventud, emigración, pobreza, trabajo, aprendizaje, muerte, vida, dolor, fecundidad, tantas alegrías, madurez, más dolor, vejezŠ
Página a página, M. Angélica Arteaga va tejiendo esa trama de hilitos, como si nada, con la soltura de una cuentacuentos que fabula para niños y el oficio de una historiadora consagrada. Y así, en cada capítulo, por capas, va apareciendo en plenitud Olga, la mujer plena. Con sus defectos también, con sus momentos de pena profunda, pero siempre con paz, con la paz de Dios.
No existen las familias ideales: existen las que se arman desde ciertos fundamentos. No existen las mujeres ideales, pero hay algunas -todas pueden serlo- que son precisamente esos fundamentos. Olga.
Gonzalo Rojas Sánchez
Misión de Amor
La paz. Es una palabra, un deseo muchas veces formulado en términos ambigüos o incluso perjudiciales. Porque la paz se confunde de cuando en cuando con la pasividad o con la claudicación.
Por el contrario, si se quiere conocer la verdadera paz, la biografía de una persona tan activa y enérgica, tan decidida y exigente como Olga Rist Hagspiel, dará la medida de los esfuerzos que hay que poner para lograrla y de los frutos que expresan la verdadera paz.
Esta biografía impresa no está a la venta, pero hay que conseguirla cómo sea, y leerla y difundirla por el gran bien que produce esta vida, estas vidas.
Varias vidas, porque Olga es la mujer de Miguel; Miguel es el padre de Miguel; este Miguel fue el hermano mayor de José Antonio; José Antonio es el tío de Felipe, que es hijo del segundo Miguel. Olga es la madre de aquel Miguel, de Cristián, de José Antonio, de otros 6 hermanas y hermanos, es la abuela de Felipe y de la Josefina. Olga es Rist de Kast. Obvio, ¿no?
Alemana, católica, esposa, madre, abuela, chilena, amiga. El orden de esos factores no altera el producto, porque cada uno tiene su lugar perfectamente colocado en una vida que se acerca ya a la plenitud final -Olga nació en 1924- y que se ha desenvuelto con total sencillez, como si nunca hubiera pasado nada.
¡Y ha pasado de todo! Guerra, amor, juventud, emigración, pobreza, trabajo, aprendizaje, muerte, vida, dolor, fecundidad, tantas alegrías, madurez, más dolor, vejezŠ
Página a página, M. Angélica Arteaga va tejiendo esa trama de hilitos, como si nada, con la soltura de una cuentacuentos que fabula para niños y el oficio de una historiadora consagrada. Y así, en cada capítulo, por capas, va apareciendo en plenitud Olga, la mujer plena. Con sus defectos también, con sus momentos de pena profunda, pero siempre con paz, con la paz de Dios.
No existen las familias ideales: existen las que se arman desde ciertos fundamentos. No existen las mujeres ideales, pero hay algunas -todas pueden serlo- que son precisamente esos fundamentos. Olga.
Gonzalo Rojas Sánchez