El MIR al ataque
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Los carabineros antidisturbios de Santiago fueron puestos en
alerta en la tarde del 10 de abril de 1973, para enfrentar lo que el
Gobierno llamó un plan de la extrema derecha y de la extrema izquierda
para bloquear caminos y ocupar fábricas.
En la mañana de ese mismo día, algunos miembros del MIR habían liderado a residentes de Constitución para que ocuparan efectivamente los caminos y la vía férrea, en demanda de soluciones gubernamentales para sus problemas de vivienda y alimentación. Aunque no se desarrolló un incidente serio, era ciertamente una manera de tantear el panorama.
Miguel Enríquez lo había anunciado con claridad: Mediante "organizaciones de masas que fueran independientes del aparato del Estado y que no estuvieran sujetas a él", se buscaría "caminar germinalmente hacia la dualidad del poder, que es el único camino que realmente podría ir construyendo un poder alternativo."
El ministro secretario general de Gobierno, el radical Aníbal Palma, afirmó que los extremistas planeaban la ocupación de Santiago para dificultar la distribución de comida, crear un clima de agitación y perjudicar al gobierno, al que después -decía el ministro- criticarían por su falta de autoridad. El plan lo había elaborado la extrema derecha y había logrado implicar al MIR, afirmaba Palma, quien llamaba a la mantención del orden, ya que "los actos violentos y ocupaciones no son las formas de resolver los problemas."
Incapaz de enfrentar al MIR -el sector más violentista de su propia tendencia, claramente coordinado con los socialistas de Altamirano- el gobierno no encontraba fórmula más astuta que inventar un supuesto plan conjunto de los extremos.
Pocos días antes, el mismo Allende había advertido que los activistas del MIR estaban planeando asaltos a los depósitos privados y estatales de alimentos, para evitar lo cual el gobierno tomaría severas medidas. Efectivamente, el 4 de abril 500 pobladores militantes del MIR capitaneados por Alejandro Villalobos (Mickey) y Víctor Toro, habían rodeado los almacenes de CENADI, distribuidores privados. Paralelamente habían asaltado una bomba de bencina para tener material para las imprescindibles molotov. Carabineros los dispersó con un total de 10 heridos (entre ellos 5 policías) y 30 detenidos.
El comercio de Santiago felicitó al gobierno por su labor contra el MIR, entidad que denunció la acción policial como represiva, afirmando que las ocupaciones de fábricas y de almacenes de alimentos no eran actos provocativos, sino manifestaciones de defensa propia de un pueblo acosado por la inflación y la escasez de productos esenciales. Para seguir en estas acciones y combatir la represión policial, el MIR animaba a la formación de grupos comando en cada fábrica, fundo, pueblo y colegio.
Pocos días después, el 23 de abril, el MIR, a través de su FTR y acompañados de militantes del PC Bandera Roja, ocupaba efectivamente el ministerio de Obra Públicas, reteniendo esas dependencias durante gran parte del día, exigiendo participar en las decisiones ministeriales para conseguir nuevos beneficios para los trabajadores. Los miristas querían saber también porqué el gobierno habría fracasado en el obvio objetivo de clausurar el Congreso. Allende tuvo que acudir al ministerio y pedirles personalmente que abandonaran el recinto, sin que hubiera detenidos. Al hacerlo, la ambigüedad de sus palabras sobre la violencia y El Mercurio dejó impresionados a los chilenos.
Pero ése es tema de una próxima columna.
Gonzalo Rojas Sánchez
En la mañana de ese mismo día, algunos miembros del MIR habían liderado a residentes de Constitución para que ocuparan efectivamente los caminos y la vía férrea, en demanda de soluciones gubernamentales para sus problemas de vivienda y alimentación. Aunque no se desarrolló un incidente serio, era ciertamente una manera de tantear el panorama.
Miguel Enríquez lo había anunciado con claridad: Mediante "organizaciones de masas que fueran independientes del aparato del Estado y que no estuvieran sujetas a él", se buscaría "caminar germinalmente hacia la dualidad del poder, que es el único camino que realmente podría ir construyendo un poder alternativo."
El ministro secretario general de Gobierno, el radical Aníbal Palma, afirmó que los extremistas planeaban la ocupación de Santiago para dificultar la distribución de comida, crear un clima de agitación y perjudicar al gobierno, al que después -decía el ministro- criticarían por su falta de autoridad. El plan lo había elaborado la extrema derecha y había logrado implicar al MIR, afirmaba Palma, quien llamaba a la mantención del orden, ya que "los actos violentos y ocupaciones no son las formas de resolver los problemas."
Incapaz de enfrentar al MIR -el sector más violentista de su propia tendencia, claramente coordinado con los socialistas de Altamirano- el gobierno no encontraba fórmula más astuta que inventar un supuesto plan conjunto de los extremos.
Pocos días antes, el mismo Allende había advertido que los activistas del MIR estaban planeando asaltos a los depósitos privados y estatales de alimentos, para evitar lo cual el gobierno tomaría severas medidas. Efectivamente, el 4 de abril 500 pobladores militantes del MIR capitaneados por Alejandro Villalobos (Mickey) y Víctor Toro, habían rodeado los almacenes de CENADI, distribuidores privados. Paralelamente habían asaltado una bomba de bencina para tener material para las imprescindibles molotov. Carabineros los dispersó con un total de 10 heridos (entre ellos 5 policías) y 30 detenidos.
El comercio de Santiago felicitó al gobierno por su labor contra el MIR, entidad que denunció la acción policial como represiva, afirmando que las ocupaciones de fábricas y de almacenes de alimentos no eran actos provocativos, sino manifestaciones de defensa propia de un pueblo acosado por la inflación y la escasez de productos esenciales. Para seguir en estas acciones y combatir la represión policial, el MIR animaba a la formación de grupos comando en cada fábrica, fundo, pueblo y colegio.
Pocos días después, el 23 de abril, el MIR, a través de su FTR y acompañados de militantes del PC Bandera Roja, ocupaba efectivamente el ministerio de Obra Públicas, reteniendo esas dependencias durante gran parte del día, exigiendo participar en las decisiones ministeriales para conseguir nuevos beneficios para los trabajadores. Los miristas querían saber también porqué el gobierno habría fracasado en el obvio objetivo de clausurar el Congreso. Allende tuvo que acudir al ministerio y pedirles personalmente que abandonaran el recinto, sin que hubiera detenidos. Al hacerlo, la ambigüedad de sus palabras sobre la violencia y El Mercurio dejó impresionados a los chilenos.
Pero ése es tema de una próxima columna.
Gonzalo Rojas Sánchez
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