Qué Barbarroja más rendidora
Posted by Blogger on 11:43 AM
Cerca de cumplirse los 70 años de la invasión alemana de la URSS, este 22 de junio, la más interesante consideración debe referirse a los dividendos que obtuvo la potencia comunista al lograr la victoria sobre Hitler, casi 4 años después.
Esas ganancias deben contarse entre las mayores pérdidas para el mundo entero, tal como cualifican como daños gigantescos a la humanidad las que la propia Alemania nazi obtuvo en su corto esplendor.
La imagen. Stalin emergió de la guerra como el líder cercano que había guiado a una nación unida en la defensa de su proyecto socialista y de sus tradiciones. Falso, porque la guerra le permitió elevarse aún más sobre todos, dentro y fuera del Partido, consolidando una dictadura totalitaria contra el pueblo y su pasado.
La represión. Recién terminado el conflicto, millones de personas fueron enviadas en nuevas y sucesivas olas al Gulag: prisioneros de guerra, combatientes soviéticos, supuestos o reales disidentes, judíosŠ todas las categorías imaginables volvieron a experimentar los rigores de la esclavitud laboral y de la muerte ignorada.
La dominación. Una cortina de hierro, dijo Churchill, privó de la libertad por casi 45 años a Estonia, Lituania, Letonia, Polonia, Checoeslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, un tercio de Alemania y -por corto tiempo- a Yugoeslavia y media Austria.
La expansión. El comunismo tomó credenciales supuestamente democráticas, desarrollando fuerzas antes contenidas, para llevar el odio y la guerra al Asia y al África, a América y a Europa libre. Los PC del mundo entero se activaron -el de Chile muy especialmente- en su siembra subversiva o guerrillera.
La propaganda. Los compañeros de ruta aumentaron y se potenciaron en las Universidades y en los medios de comunicación, en la Artes, en las confesiones religiosas y en el Deporte. La URSS pasó a ser defendida y promovida como un modelo, incluso compatible con la fe y la moral.
La depredación. Volúmenes incontables de recursos económicos de decenas de naciones fueron utilizados en el contexto de la trilogía soviética: Comecón, o sea come con la URSS, por la URSS, para la URSSŠ
Gonzalo Rojas Sánchez
Esas ganancias deben contarse entre las mayores pérdidas para el mundo entero, tal como cualifican como daños gigantescos a la humanidad las que la propia Alemania nazi obtuvo en su corto esplendor.
La imagen. Stalin emergió de la guerra como el líder cercano que había guiado a una nación unida en la defensa de su proyecto socialista y de sus tradiciones. Falso, porque la guerra le permitió elevarse aún más sobre todos, dentro y fuera del Partido, consolidando una dictadura totalitaria contra el pueblo y su pasado.
La represión. Recién terminado el conflicto, millones de personas fueron enviadas en nuevas y sucesivas olas al Gulag: prisioneros de guerra, combatientes soviéticos, supuestos o reales disidentes, judíosŠ todas las categorías imaginables volvieron a experimentar los rigores de la esclavitud laboral y de la muerte ignorada.
La dominación. Una cortina de hierro, dijo Churchill, privó de la libertad por casi 45 años a Estonia, Lituania, Letonia, Polonia, Checoeslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, un tercio de Alemania y -por corto tiempo- a Yugoeslavia y media Austria.
La expansión. El comunismo tomó credenciales supuestamente democráticas, desarrollando fuerzas antes contenidas, para llevar el odio y la guerra al Asia y al África, a América y a Europa libre. Los PC del mundo entero se activaron -el de Chile muy especialmente- en su siembra subversiva o guerrillera.
La propaganda. Los compañeros de ruta aumentaron y se potenciaron en las Universidades y en los medios de comunicación, en la Artes, en las confesiones religiosas y en el Deporte. La URSS pasó a ser defendida y promovida como un modelo, incluso compatible con la fe y la moral.
La depredación. Volúmenes incontables de recursos económicos de decenas de naciones fueron utilizados en el contexto de la trilogía soviética: Comecón, o sea come con la URSS, por la URSS, para la URSSŠ
Gonzalo Rojas Sánchez