La alegría sí llegó

Posted by Blogger on 10:07 AM
        No es inadecuado referirse a la crisis final de septiembre de 1973 como un gran drama nacional.
        A nadie le gusta malvivir por tres años, con expectativas ciertas de morir a corto plazo.
        Era un drama.
        No el dramón de burgueses acomodados que se quejan de banalidades, sino la tragedia generalizada de detractores y partidarios de la UP, sufrida casi por igual.
        Pocos días antes, el 4 de septiembre, se había exhibido ese letrero tan significativo: "Este es un gobierno de mierda, pero es mío." Hasta la minoría que apoyaba a Allende, lo reconocía. La noche de Chile parecía haberse quedado fija en la negrura de las 2 de la madrugada, tan oscura como los inviernos en los campos del Gulag soviético, allá arriba, pasado el círculo polar ártico.
        Por eso, la mañana del Once de septiembre de 1973, la alegría sí llegó.
        En medio del drama   -que continuaría en adelante bajo otras coordenadas, porque costó también mucho sufrimiento reconstruir el país- hubo abrazos y sonrisas, felicitaciones y brindis.
        ¿Inadecuado mientras resonaban en todas nuestras ciudades los intensos tiroteos, mientras se peinaban sectores enteros para encontrar a los que Altamirano y Allende, Pascal y Garretón, habían llamado al combate, mientras se detenía a cientos y miles que, con armas o sin ellas, habían desarrollado un gobierno y una política de violencia contra las instituciones y las personas?
        No. Justificable, en cuanto expresión primaria del alma liberada, primera reacción del que ve que comienza a amanecer. Y esto no es retórica, es pulso humano, es latir íntimo de la conciencia, es el contraste entre la vida del corazón inteligente y el embotamiento al que intenta someter el alma el marxismo. Porque tapona las arterias primero, para producir el infarto después.
        El día 12 fue de toque de queda. Quedarse en la casa, por primera vez en mil días; otros, los valientes soldados de la estrofa, estaban como siempre arriesgando sus vidas  -y perdiéndolas-  para que se pudiese recuperar la alegría.
        Era un drama, qué duda cabe. Pero desde los comienzos de la UP, la tragedia estaba incoada; y desde antes incluso
         ¿Por qué no podían rebelarse los actores y darle un final feliz? ¿Por qué no hacer la cirugía tan dolorosa pero imprescindible?
        Basten las palabras de Frei Montalva al ABC de Madrid: "Usted no sea desea operarse de cáncer, pero llega el momento en que usted tiene que operarse el cáncer: Nuestro cirujano son las Fuerzas Armadas, y el pueblo solicitó su intervención insistentemente, estruendosamente y heroicamente."

Gonzalo Rojas Sánchez
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