• Sobre Jaime Guzmán

    Columnas sobre Jaime Guzmán, pionero de verdad en la teoría y en la acción.

    “La política, entendida como el arte de gobernar, constituye una de las más nobles funciones a que puede dedicarse el esfuerzo humano. Implica superar el egoísmo de limitarse al propio interés personal, para volcarse al servicio de la comunidad”. (Jaime Guzmán)

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  • Bibliografía de Formación fundamental

    Bibliografía de Formación fundamental para universitarios y profesionales jóvenes

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Thursday, April 2, 2009

Nuestra, pobre, pero España, al fin

Nuestra pobre España.
Nuestra, porque llevamos su sangre, hablamos su lengua, rezamos con su fe, nos enojamos desde su carácter. Nuestra, porque en cada español vemos al progenitor y al hermano.
Pobre, porque hoy vive en la indigencia del alma, porque asesina a sus hijos aún no nacidos, porque castiga a los niños obligándolos a tragarse un secularismo ramplón, porque intenta igualar por la fuerza aquello que la naturaleza diferenció, porque tolera que sus jóvenes drogos se consoliden, porque amenaza la fe de los más sencillos, porque discrimina a sus hijos iberoamericanos, porque desprecia a esos indigentes vecinos africanos, porque lleva 50 años aceptando que ETA asesine, porque no dignifica su pasado heroico, porque buscar castigar a quienes hace 70 años -1º de abril de 1939- la liberaban de la opresión comunista.
Pobre España, tan brutica.
¿Cuándo perdió el rumbo?
¿En la paz de Westfalia hacia 1648? ¿Con la llegada de los Borbones, tan borbones ellos, hacia 1700? ¿Cuando rechazó al carlismo como legitimidad dinástica? ¿Cuando eligió una República filocomunista en 1936? ¿Al momento de entrar en guerra civil y autoprovocarse cientos de miles de muertos? ¿Cuando incentivó el nacimiento de ETA en 1959? ¿Cuando fracasó en gestar un postfranquismo de la mano de un sólido partido conservador? ¿Cuando aceptó que el PSOE sostuviese que a Epaña no la iba a reconocer ni la madre que la parió? ¿Cuándo? ¿Cuándo?
Pero es España, al fin y al cabo. O sea, indomable, impredictible, potencialmente furiosa, todavía esperanzada en la acción de sus mejores fuerzas, hoy apenas vibrantes, pero aún vivas.
España se mostró así, indomable y viva, en esas 87 ciudades y pueblos, Madrid a la cabeza, en que cientos de miles de españoles gritaron un Sí a la vida el domingo recién pasado. Porque en España hoy todo tiene que ver, al fin de cuentas, con si habrá o no españoles dentro de unos años, ya que se pretende dejar el aborto sin restricciones hasta las 12 semanas (a propósito, ¿qué sucede 12 semanas antes, tan distintivo, cómo para que se pueda contar un plazo?).
Griten los vivos que han logrado ver la luz. Es lo que le queda a España.

Lecturas e influencias



Un lector pregunta por la manera de organizar el plan de lecturas, si una persona quiere de verdad influir en Chile.

Ante todo, ¿lecturas e influencias tienen algo que ver?

Por cierto. Nadie da de lo que no tiene; las ideas, los ejemplos, las soluciones, los argumentosŠ todo eso ya está en letras. Y los problemas, las encrucijadas, los desafíos, las maldades de otrosŠ casi todo eso, lo recoge también el texto.

A leer, pues.

Primero, de mañana, dos o tres diarios. El Mercurio y La Tercera son preceptivos; La Nación, los domingos, aunque duela. Y dos revistas: Capital y Qué Pasa, por devoción; ¿Y las entrevistas de Cosas? Sí, también. A todo eso hay que sumar los titulares en kiosko de Las Noticias Ultimas, los del periódico de los jóvenes de la Clínica obsesión y los de la Cuarta: son la baba que se expande, hay que verla avanzar.

Y en esos medios, Carlos Peña, Agustín Squella, Pedro Gandolfo, Cristián Warnken, Patricio Dussaillant, David Gallagher, Lucho Larraín, Héctor Soto, Ascanio Cavallo, Patricio Navia, Lucas Sierra, César Barros, Felipe Berríos, Cristóbal Orrego, columnistas obligados. Obligados: nada de un me carga o no lo soporto.

Al mismo tiempo, un libro de fondo y una novela en serio. Por ejemplo, ¿porqué no avanzar paralelamente en Stalingrado de Antony Beevor y en Vida y destino de Vassily Grosman? ¿O en Ortodoxia y El hombre que fue jueves, ambos de Chesterton? ¿Y si fueran el Catecismo de la Iglesia Católica y el Jesús de Nazareth de Benedicto XVI?

Tres o cuatro páginas extranjeras en la red, de ésas de consulta semanal, vienen muy bien. Densas algunas, más chispeantes otras, pero comprometidas en la defensa de ciertos bienes fundamentales. Entre las domésticas, por ejemplo, Vivachile.org, o la hispánica Conoze.es.

También, porqué no, uno o dos blogs, de ésos en los que arde la polémica y se entiende hasta qué nivel hay gente heroica para defender a su Chile y otra, babieca, que quiere destrozarlo. Se sufre, pero se aprende.

Ya. ¿Suficiente? No, pero eso toma dos o tres horas diarias y para ponerse al día, no estaría nada de mal. Claro que hay que apagar la tele.

Voto yo, para que votes tú.

Viva lo local. Sí, un conservador se alegra siempre de que las pequeñas comunidades decidan buena parte de sus destinos, tal como lo ha hecho Vitacura en estos días. Puede gustarle o no el resultado; puede entender o no de la materia en discusión (en este caso, ignorancia casi total por parte del columnista). Pero siempre se alegrará de una votación de pocos miles sobre asuntos muy concretos y cercanos.

Viva lo global. Sí, un liberal progresista se alegrará siempre de las enormes masas que acuden a esas elecciones en que millones escojen entre 3 ó 4 candidatos; y entonces, al ganador, parecen haberlo ungido de poderes divinos, por la misma fuerza arrolladora de los millones que han participado.

Los conservadores recelamos de las grandes elecciones; los liberales de las pequeñas votaciones. A nosotros nos gusta lo pequeño, porque está mucho más cerca de lo personal; a ellos les fascina lo grande, porque se convalida con lo divino.

Nosotros, en lo pequeño, queremos reconocer la voluntad de Dios: los hice uno a uno, hombre y mujer los hice. Ellos, en lo grande, quieren hacerse como dioses: planificadores de la totalidad, dispensadores de la felicidad, niveladores de la distinción.

¿Quién está más cerca de garantizar lo propiamente humano? ¿El que invoca los deberes y derechos de la persona individualizada o el que enzalsa y estimula los grandes números de las masas anónimas?

En ningún campo puede responderse mejor esta pregunta que en aquellas materias en que está en juego el elector mismo. El conservador dirá, por cercanía con lo pequeño, que nadie, nunca jamás, puede ser legítimamente privado del derecho al "Existo, luego voto". Para el liberal, en cambio, la mirada general y abstracta lo llevará siempre a defender el "Los que votamos decidimos quiénen pueden existir."

En ese plano hay que situar, dramáticamente, toda discusión sobre el aborto en una democracia.

Simplemente, Saint George's College

Justo hace 50 años, el 11 de marzo de 1959, algo más de 130 niños ingresaban a la primera preparatoria del Saint George's College. Para muchos de ellos, quizás para todos, el-mejor-colegio-que-ha-ha
bido-nunca-jamás, sí dicho así, a todo ritmo, con energía bien marcada.
En Pedro de Valdivia con Pocuro, un edificio majestuoso para la época albergaba a los grandes, mientras que para los enanos bastaba una casita inglesa, contigua a la calle Los Estanques. Un generoso patio permitía que el pantalón cortito del impecable uniforme gris con azul se destacara en las primeras correrías futbolísticas.
Iniciaba su andadura escolar un curso único: el que aprendería sus primeras letras durante los meses iniciales de la presidencia de Jorge Alessandri, el que cursaría la enseñanza media durante la presidencia de Eduardo Frei M., el que asistiría a la ceremonia de graduación con Salvador Allende en sus primeros días.
Pero sólo secundariamente iba a ser la Historia de Chile la que marcaría sus vidas. En primer lugar, lo decisivo para los Rafael Guilisasti y los Manuel Pellegrini, para los Máximo Pacheco y los Nicolás Cruz, para los Jorge Bande y los Felipe Montt, para los Aníbal Vial y los Francisco Sabatini, para todos los demás, iba a ser la decisión familiar de hacer un enorme esfuerzo por darles la mejor educación posible. Sí la mejor, la mejor.
Inglés perfectamente aprendido (american, to be precise), deporte sistemáticamente practicado (por matado que fueras), amistad constantemente cultivada (hasta hoy, hasta hoy), vida de fe siempre animante (esos primeros viernes, esas bendiciones), pertenencia siempre incentivada (cheer for Saint George'sŠ), compromiso una y otra vez reformulado (antes de la crisis, durante y después).
¡Qué colegio, qué curas, qué profesores, qué ambiente, qué formación, qué biblioteca, qué victorias, qué tipazos los que circulan hoy por ahí con 55 ó 56 a cuestas!
Es posible, sí es posible hacer un gran colegio, incluso en medio de sus dudas y de sus desviaciones, navegando a través de una historia nacional conflictiva al máximo, permitiendo y fomentando el enfrentamiento cordial desde las convicciones más personales de cada uno de sus miembros. Es posible, es necesario.
Basta con decidirse a entregar la vida a una misión educativa trascendente, buscar a las personas para concretarlo y perseverar. Casi nada. Todo. Con nosotros lo hicieron.

Dos contrarios reconciliables

Apenas van tres o cuatro días del año laboral normal, y ya muchas personas sueñan con que, por fin, mañana es viernes y podrán cambiar de aire; algunos, los más audaces o solventes, piensan incluso en dejar su ciudad para irse al campo, la montaña o la playa, lugares en los que estaban apenas una semana o diez días atrás.
Lo curioso es que justamente en esos lugares, por ahí por el 20 de febrero, muchos de los tránsfugas de mañana viernes, estaban deseperados por volver "a la vida normal", algo angustiados con la calma, el tiempo libre y las actividades recreativas.
¿Porqué esa doble fractura? ¿Porqué en medio de las vacaciones deseamos volver al trabajo y justamente cuando ya estamos de nuevo inmersos en la actividad, ansiamos con tomarnos otro breve descanso?
La respuesta primera es que obviamente necesitamos de ambos ritmos y, por cierto, cada uno pide complemento en el otro. Pero hay algo más de fondo, algo más delicado. Es la falta de un sentido unitario de nuestros mundos, de nuestros tiempos, de nuestros afanes.
Nos gusta trabajar, pero no tanto; nos gusta descansar, pero no tan largo. Ese "no tanto" y ese "no tan largo", se guían por el gusto, por el sentimiento, por los agrados sensoriales y, entonces, piden, exigen a su contrario, que a corto plazo se termine el trabajo o se acabe el descanso, según sea el caso. Mandan los gustos, mandan las sensaciones, porque no hay un tercer elemento, un sentido, un fin, que unifique el trabajo y el descanso, la actividad y el legítimo ocio.
Porque si sólo se trabaja para descansar y a lo más se descansa para trabajar, simplemente se termina agotado de ambas cosas. Mucha gente llama Fomingo al día bisagra entre trabajo y descanso. Qué lamentable.
Hay que procurar encontrar ese sentido integrador, ese fin último de toda actividad humana, para que los gustos se sometan y las sensaciones se integren a un bien superior. Hacerlo es tarea que exige aprovechar un tiempo de descanso para trabajar el tema. Ya en esa sola reunión de los dos aparentes contrarios comenzará a hacerse la luz.

Los ejemplos silenciosos

Ya no es una moda pasajera; desgraciadamente se está convirtiendo en tendencia.
Ciertos columnistas han hecho de la crítica a determinados grupos de creyentes un tópico acostumbrado en sus planteamientos. Para reafirmar el valor de sus propias actividades en el mundo asistencial, educativo o pastoral, pareciera que les sirve de contraste un bulto informe que han creado a su pinta: esos creyentes burgueses, de golpe en pecho, insensibles a la pobreza, aunque ricos en doctrinas inútiles que esgrimen para ajusticiar a quienes desprecian.
Pero las personas que esos columnistas describen, no son así; esas personas no son esas personas.
Eclesiásticos o agnósticos, esos columnistas tendrían que contestarnos con sinceridad estas interrogantes:
¿Conocen la conciencia de esas personas a través de conversaciones personales en que ellas les han revelado vidas tan mediocres e hipócritas? Si es así, hay obligación de guardar silencio y ayudarlas a mejorar; y si no es así, ¿cómo se atreven a juzgarlos?
¿Controlan las 24 horas del día de esas personas, las vigilan y tabulan como para enterarse de cada una de sus acciones y poder sacar conclusiones válidas sobre su actuación completa? Si es así, hay que dar a conocer esa información tan valiosa para la sociología chilena y mostrar las fuentes; y si no es así, ¿cómo aventuran una conclusión tan seria?
¿Aceptan la diversidad de acentos en la acción personal, la diversidad de estilos y espiritualidades, o aspiran a una uniformidad por ellos controlada? Si es la primera opción, vayan diciéndolo con claridad: queremos creyentes y ciudadanos un, dos, tres, todos iguales; si no es así, vayan cultivando algo más de respeto por la legítima libertad.
Lo curioso es que las personas aquéllas, las tan criticadas y denostadas, no parecen enojarse ni protestar, no parecen desanimarse ni desconcertarse. Seguro que perdonan y siguen adelante.
Pero alguien tiene que decir que efectivamente se comportan así y que muchos de ellos son calladamente ejemplares.

Memorial para la acción

Mientras los jóvenes del PPD probablemente recién comenzaban a acostarse después del carrete del viernes; mientras la juventud de la DC quizás se juntaba para discutir aletargadamente sobre su identidad cristiana o secularizadora; mientras la Jota seguramente iniciaba varios operativos en poblaciones para sembrar su ideología del odio, mientras todo eso sucedíaŠ
Šel sábado pasado, a las 8.30 de la mañana, comenzaban a llegar al Memorial de Jaime Guzmán más de 180 jóvenes para el VII Encuentro, actividad que los congrega siempre en la misma fecha: el tercer sábado de enero, todo el día, con 30 grados a la sombra.
Vinieron de La Serena, Ovalle, Punitaqui, La Ligua, Viña, Valparaíso, Limache, San Antonio, El Quisco, San Bernardo, Calera de Tango, Rancagua, Concepción, Hualpén, Talcahuano, Temuco, Valdivia, Osorno, Puerto Varas, Los Muermos y Chiloé. Acá recibieron a ese centenar de viajeros, más de 80 santiaguinos, habitantes de casi toda la geografía de la capital.
¿Quiénes son estos locatellis y para qué se juntan? Son los jóvenes que participan durante el año en sus ciudades en el Plan de formación de la revista Realidad y de la página Vivachile.org, Plan que cuenta con el apoyo de la Fundación Jaime Guzmán E., bajo la dirección de Miguel Flores. Muchos pertenecen a los Movimientos Gremiales de sus respectivas universidades; otros tantos militan en la juventud de la UDI; un tercer segmento está integrado por esos simples guzmanianos que en la persona del líder asesinado siguen viendo unos ideales, una doctrina, una historia digna de imitar.
Varios son ya importantes dirigentes estudiantiles, después de sus victorias en universidades como la Santa María, la Austral, la de Concepción y la de Chile. Otros, ganaron el cargo de concejal en las recientes elecciones municipales; varios más se preparan para sus candidaturas a diputados. Cada uno en lo suyo.
Trabajaron todo el día, asistiendo a tres exposiciones, las del profesor Carlos Frontaura y las de los diputados José Antonio Kast y Rodrigo Alvarez. Los acosaron a preguntas, de ésas sencillitas: ¿Porqué nuestras cosas tienden a perder la fuerza fundacional? ¿Se está abandonando en nuestro proyecto la relación entre ética y vida pública? ¿Qué podemos esperar de ustedes si vemos que aceptan una candidatura que no nos representa?
Entre medio, se juntaron en tres comisiones para discutir sobre proyectos de servicio y, finalmente, se congregaron hasta pasadas las 18 horas para oír la exposición final del presidente de la UDI, el senador Juan Antonio Coloma.
Cuando caía la tarde, miraron por última vez el Memorial. Vieron a Jaime Guzmán de pie, abrazando a muchos, marcando el rumbo en Chile.

Universitarios en vacaciones

"Más peligroso que universitario en vacaciones": la afirmación de un buen amigo -así generalizada- es tan injusta como la del eclesiástico aquél que parece conocer los corazones por el orden de los patios.
Injusta, porque hay un grupo significativo de estudiantes de la educación superior (de un total de 800 mil) que hacen de sus vacaciones oportunidades de servicio, de trabajo, de práctica profesional y de desarrollo personal, adecuadamente equilibradas con la vida en familia, el pololeo, el descanso y la diversión.
Pero el buen amigo parece tener algo de razón, porque hay otro porcentaje, desgraciadamente mayoritario (¿serán los 2/3?) que promediando ya enero han vegetado durante los últimos 45 días sin mayor provecho (y algunos, incluso, se han animalizado). Y todavía les queda la mitad de las vacaciones, o másŠ
Sí, cuarentaicinco días, porque muchos ya estaban con los ramos terminados, las notas puestas y el curso promovido, hacia el 2 ó 3 de diciembre. Y les queda la mitad, porque no será hasta el lunes 2 de marzo que vuelvan a pisar un Campus, si es queŠ
¿Cuáles son planes de estos miles y miles? Variables, pero entre playa y mochileo, entre carrete y aventura, de la discoteque al ponceo, no varían mucho. Dependen ciertamente de sus capacidades económicas, pero debe ser desterrada la ingenuidad de pensar que alguno no logra arrimarse a una buena piscola o al ron de moda, cada semana, varios días a la semana.
Esos tipos pertenecen a la cota 0, porque estudian en Viña o Antofagasta; a la cota 100, porque están en Concepción o Valdivia; o simplemente habitan en las restantes cotas santiaguinas. Lo que importa es que consiguen, de algún modo, los morlacos para aprovechar sus 90 días de nadaquehacer.
Los responsables, en primer lugar, somos las universidades. Sí, los profesores y directivos universitarios, porque no logramos generar todas las iniciativas para tenerlos involucrados en ese lapso: Escuelas de verano, seminarios de profundización, trabajos y más trabajos solidarios. Perdón, antes que eso: ¿por qué permitimos que un porcentaje alto de ellos terminen sus tareas a comienzos de diciembre y no a finales de ese mes como era apenas 15 años atrás?
Después, deben responder las fundaciones y las corporaciones, los municipios y los partidos, los institutos culturales y las mismas empresas, cuya oferta podría ser mucho mayor en estos 90 días.
Así, subsidiariamente, le ayudaríamos a las familias a manejar uno de los problemas más serios que hoy experimentan: el estado lamentable en que muchos de sus hijos entre 18 y 25 se encuentran a finales de febrero. El que piense que se exagera, que abra los ojos en los 45 días que quedan.
Después hablamos.

Cuba: te hemos fallado.



El agobio por las cosas no hechas, sí esos nervios que se experimentan por los deberes no cumplidos, suelen referirse a las menudas obligaciones de la vida diaria. Encargos retrasados, correos no contestados, personas no visitadas, prácticas de fe no concretadas, libros no terminados

Omisiones.

El problema está en que, como son tantas las que inundan con su marea nuestra conciencia -y la mayoría son pequeñas cosas- parece que copan nuestra capacidad de agobio y la consiguiente reacción correctora. Porque finalmente, corregimos cosas, ¿no? A la larga, terminamos lo que había quedado a medias, ¿no?

Sí, lo hacemos.

Pero en ese proceso de tirar los pequeños agobios a la basura, quedan ocultas otras omisiones más cósmicas o, al menos, continentales.

Por cierto que nunca debe olvidarse la certera advertencia de Thibon, quien afirmaba que sobre la tumba de las responsabilidades personales florecen las responsabilidades universales. No, no se trata de vivir con el alma en vilo pensando qué podría haber hecho yo para evitar la muerte de tres niños por un Tifón cerca de Macao

Es algo más cercano, son algunos mucho más próximos. Es Cuba.

Viene entonces la letanía que tantos podríamos suscribir:

Me acuso de:

-No haber escrito nunca nada para denunciar el castrismo
-No haber hecho donativo alguno a los que luchan por la libertad del pueblo cubano
-No haber rezado por los cristianos cubanos y sus pastores
-No haber leído los libros que me permitieran conocer mejor ese drama
-No haberme quedado con los datos de ese taxista cubano que había combatido en Angola y que vive en Santiago
-No haber participado nunca en una manifestación anticastrista
-No haber difundido las obras de Humberto Fontova
-No haber respaldado los blogs de los exiliados
-No haber dado a conocer la vida y la muerte heroica de tantos perseguidos
-No haber denunciado más veces, muchas más, los vínculos estrechos de la izquierda chilena con el marxismo cubano
-No haber entendido a fondo que Chile y Cuba iban a encontrarse en el pozo de la historia, de no haber sido por el Once de septiembre de 1973.

¿Usted tiene algunas de estas omisiones en su conciencia? ¿Otras parecidas?

¿Un Dios con lata?

Meses, semanas, días, minutos y segundos, todos ellos esperan en fila la llamada que su jefe mayor, don Cronos, les irá haciendo para que, por turnos, se pongan a nuestra disposición, desde mañana mismo.

Irán llegando en perfecta secuencia, por completo disponibles, humildes, sin exigencias ni pretensiones. Se presentarán, saludarán y, a no ser que se les llene, seguirán de largo, desechados, desperdiciados.

Sólo el tiempo estrujado es tiempo consumado. Sólo las horas que rinden 72 minutos y los minutos a los que se les sacan 64 segundos, sólo ellos -y así también los meses y los días- sólo ellos se quedan con nosotros, sólo ellos pasan a la Historia. Del tiempo perdido ya se ocupó Proust y, oh paradoja, para devorar el libraco hacen falta cientos de horas.

Consumar el tiempo, ¿qué es eso?

Depende. Un tiempo nuevo, como el que se anuncia para mañana, o se nos entrega como eco divino o como simple coordenada humana.

Si es eco divino, hay que preguntarle: Tiempo, ¿qué se te ofrece? ¿Qué manda tu patrón? ¿Con qué código debes ser interpretado y utilizado?

Pero si es pura coordenada humana, vamos contratando coaching y encuestas, vamos programando las sesiones de terapeuta o de gurú.

Días atrás, un conocido eclesiástico escribía curiosas reflexiones sobre un Dios casi ausente por completo de la Historia, del tiempo, de las vidas que lo ocupan. Describía un Dios autista, un Dios lateado, un Dios distante, que ni pide ni da, ni exige ni prueba, ni premia ni castiga.

Qué fomedad: un Dios que no entra en nuestro tiempo. Pero entonces, obvio, qué entretenida la consecuencia: ya no tendríamos que esforzarnos por entrar en la eternidad. A un Dios que está fuera de nuestro tiempo, lo lógico es que el hombre no le preste ninguna atención. Pasando y pasando.

El 2009 ya tiene todo preparado para ser consumido, de a pedacitos, por tajadas, corte a corte. Hermano gemelo del año que hoy termina, espera que a Dios, su dueño y señor, le vaya mejor que en el 2008.

Un tiempo, unas tareas

Dentro de un par de días se dirá: bueno, ya pasó la Navidad y ahora hay que prepararse para el Año nuevo.

Efectivamente, la Navidad pasa y casi no deja huella, si apenas se la considera una nochecita del 24 prolongada en esas pocas horas del 25 que dan algún respiro, entre tanta visita a abuelos y tíos.

En realidad, para los cristianos, la Navidad debiera ser un tiempo que recién comienza hoy miércoles a las 12 de la noche y que se prolonga hasta el Bautismo de Cristo, a casi tres semanas de distancia, por allá por el 11 de enero.

Un tiempo, no un instante; una etapa que pide atención continua, no una paradita para estirar las piernas del espíritu y seguir después a toda máquina hacia las celebraciones del cuerpo. Darle pausa a estos casi 20 días es tarea difícil, pero resulta imprescindible si de recristianizar se trata, para que el don de Dios se asiente de verdad.

Todo tiempo tiene una preparación y, desde hace ya cuatro semanas, en eso debiéramos haber estado. ¿Cómo se la abrocha este miércoles 24? En concreto, para los católicos, con una buena confesión, de ésas que equivalen a la ducha imprescindible antes de partir al magno evento.

Después, a sumergirse en la Fiesta, con alma, corazón y vida: Misa del gallo, villancicos, regalos afectuosos y austeros, vida en familia, intensa vida en familia. Y no sólo para que lo pasen bien los niños, mira que los grandotes, con sus penas y trancas a cuestas, harto que necesitan del bálsamo de la fina caridad.

El viernes 26 -día de trabajo para algunos, sandwich para otros- pide una mirada reposada al Niño: esos pesebres que hay en algunos lugares públicos, en algunas iglesias, en la casa, sí, esos mismos, son los que pueden servir para un rato de seria meditación frente al Misterio. ¿O es que están ahí de puro adorno convencional?

Y el sábado, María se debe robar toda la atención. Ella, la clave del fortalecimiento de la mujer chilena, de esta Matria en alto riesgo, tiene muchas cosas que decir desde su humilde rincón en Belén.

El domingo, de vuelta en la Misa parroquial, la Iglesia universal reclamará atención prioritaria. Más de un millón de misas se estarán celebrando en el mundo ese día y, en comunión invisible, otros muchos millones de personas se nutrirán en ellas del propósito común de servir a la humanidad bajo la conducción de Benedicto.

Finalmente, al volver a la actividad más normal el lunes, a nuestro lado, habrá siempre alguien con un problema, con una pena, con un dolor. Será el momento de poner atención, de consolar, de comenzar a prestarle al Niño nuestros brazos y bocas para que pueda hacer el bien.

Y así, combinando unas cosas con otras, durante todo el tiempo de Navidad.

Preguntas a Tantauco

Quejas, muchas quejas hubo por la oscuridad en los programas de los candidatos al alcaldes y concejales en la reciente elección.
Suspicacias, muchas suspicacias va a haber si no se aclaran pronto y sin ambigüedades los planteamientos de la candidatura presidencial de la Alianza.
Hay que ganar, hay que sacar a la Concertación, dicen tantas voces con pasión. Sí, pero hay que ganar con el bien, hay que hacer un mejor Gobierno que la Concertación, plantea la voz de la razón.
Para lograrlo, contéstense desde Tantauco estas preguntas:
¿Se compromete una defensa irrestricta de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, sin subterfugios terapéuticos de ningún tipo?
¿Se va a reforzar la familia mediante un claro compromiso de no seguir facilitando el divorcio y un empeño por revertir la actual legislación?
¿Se va a dignificar el trabajo de la mujer en el hogar, en la educación de sus hijos en la casa?
¿Se va a ampliar el derecho de fundar y sostener entidades de educación a todo nivel y la condición de los padres como primeros educadores?
¿Qué concepto de diversidad, de discriminación, de minorías étnicas, sexuales y sociales se maneja?
¿Se asume la codicia como motor fundamental del emprendimiento y de la eficacia económica?
¿Se va a combatir toda forma de consumo de drogas ilícitas, porque son gravemente dañinas para las personas?
¿Serán promovidas y financiadas sólo aquellas expresiones culturales que cultiven la dignidad humana?
¿Se buscará limitar tajantemente la acción de la moral iluminada por la fe, reduciéndolas a su dimensión privada sin posible incidencia pública?
¿Se respetará delicadamente la sexualidad humana promoviendo la abstinencia o se seguirá impulsando la promiscuidad y el controlismo degradantes?
¿Qué concepción se tiene de la integridad del territorio nacional y de la dotación de las Fuerzas Armadas para custodiarlo?
¿Se sigue sosteniendo que el Gobierno del Presidente Pinochet fue uno de los dos peores de la Historia de Chile?
¿Se reconocen ámbitos de la vida social en que no corresponde aplicar los criterios democráticos, porque no sirven como medios adecuados?
¿Se combatirá la pobreza material sólo en coordinación con la lucha contra las graves manifestaciones de pobreza espiritual que aquejan a Chile?
Mucho trabajo para Tantauco. Trabajo imprescindible, porque la calidad y la cantidad de las adhesiones a la candidatura, dependerá de sus respuestas.
Se trata de un candidato que debe ganar votos, no de una fuerza que imanta deseos.

Dos años, treinta años

Pobre Cristina. Algún exmontonero le sopló la tontería del minuto y ella, tan sutil, la repitió a los 30 años de la cuasi guerra. Hizo el loco.
Pobres medios chilenos, no todos, pero sí ésos que se han condecorado a sí mismos con la medalla a la mentira, al ocultar la decisiva gestión del presidente Pinochet en esa paz casi imposible del 78.
La Historia muestra la verdad. Incluso en los momentos de mayor encono hacia el Presidente y su Gobierno, la oposición reconoció su sensato liderazgo. Por eso, la DC y el PS declararon que respaldarían la posición chilena y pidieron la rápida intervención de las Naciones Unidas para evitar la guerra.
La Iglesia jugó también un rol importante, lo que llevó Pinochet a agradecer a los obispos chilenos: "Estamos conscientes de que en este trabajo de búsqueda de la paz los obispos chilenos han tenido un papel muy importante, no sólo por sus oraciones, sino también por su concentrada labor con sus hermanos del Episcopado argentino," afirmó el Presidente.
Pero sin duda la postura más significativa fue la de Eduardo Frei M., quien declaró que aún reconociendo su oposición al régimen, apoyaba la gestión del Gobierno al señalar que Chile tenía jurídica y moralmente una posición indiscutible con respecto a su situación limítrofe austral.
Un año después, cuandó la situación parecía encaminarse por un sendero de negociaciones, Pinochet le manifesto al entonces cardenal Silva H. que "en estos últimos días hemos tenido la buena noticia de que con la ayuda de Dios, nuestros constantes deseos de paz se van haciendo una realidad, el pueblo de Chile, como el Gobierno que presido, guardarán siempre una profunda gratitud al Santo Padre Juan Pablo II y a su enviado especial Eminentísimo Cardenal Antonio Samoré, por sus buenos oficios para encaminar las negociaciones con la hermana República Argentina. Sabemos que en las gestiones ante la Santa Sede, V.E. -junto a otros obispos de ambos países- ha intercedido patrióticamente, lo cual es fruto de su espíritu cristiano y de su amor por Chile, que merece el sincero agradecimiento del pueblo de Chile, del Gobierno y mío propio."
Y el cardenal respondió señalando que agradecía "los amables conceptos de V.E. ante una acción que la Iglesia, consecuente con su misión de amor a Dios, al prójimo, a la patria, no podía ni podrá omitir; pensando siempre en los supremos intereses de Chile, hemos hablado con el Santo Padre y con nuestros hermanos , los obispos de Argentina y Chile, y hemos movilizado la oración de nuestro pueblo cristiano, para obtener de Dios la gracia de una paz duradera, basada en la justicia y la mutua comprensión; Dios querrá que la gestión tan felizmente comenzada concluya solidificando la amistad fraterna de dos pueblos, a los que la Providencia quiere unidos e integrados"; y agregó en noble frase: "Que El también recompense a todos los que con su prudencia, serenidad y disposición a entendimiento razonables han hecho y harán posible el logro del paz."
En el Segundo aniversario de su fallecimiento, que basten estos recuerdos para reconocer el eficaz celo que el Presidente Pinochet desplegó para evitar una guerra. Millones de chilenos le debemos, también en esto, nuestro derecho humano a la vida.

Aristocracia juvenil

Entre esa juventud idealizada -simplemente porque martillea con frenesí mediaguas de emergencia- o aquella rechazada -porque poncea grotescamente en cada parque disponible- hay otras muchas, silenciosas y verdaderamente eficaces.
Jóvenes bomberos o scouts, deportistas o artistas, políticos o empresarios. Y por cierto, como caso especial, los ayudantes universitarios: qué gran especie, qué importante subconjunto, qué decisiva aristocracia.
A-ris-to-cra-cia. Sí, los mejores. Esos tipos que ya a los 21 o 22 añitos marcan presencia con una humanidad encandilante, aunque todavía sean casi pura potencia y uno que otro acto. Los aristos, los mejores.
Porque para elegir a los ayudantes en las Universidades -y estas corporaciones son la vanguardia de la formación de elites para el país- los profesores deben, debemos, hablar de aristocracia. No faltan los timoratos que prefieren llamarlas meritocracias, pero bien se sabe que es por complejo. Más vale la vieja terminología griega: los aristos, los mejores, y punto.
¿Un caso concreto? Seis ayudantes de una asignatura en la PUC.
Francisco, el más antiguo. Ya es periodista; viene de Puerto Montt; parece tímido, le gusta el rock, se fija, se fija, siempre dispuesto a las tareas menos gratas, exige con paciencia.
La Catalina sub uno, cuarto de Derecho, sutil, constante, escribe comentarios largos en cada ensayo corregido, atiende con afecto a cada alumno, es maternal.
La Catalina sub dos, casi bioquímica, la única exalumna de la asignatura que ha obtenido notas 8 (y varias veces, por lo que su promedio final fue 7.1), se niega a desarrollarse para llegar a ser Premio Nacional de Literatura: no importa, va a ser Premio Nacional de Ciencias.
Jorge Andrés, cuarto de Derecho también, metódico, cordial, a cada alumno (le corresponden unos 30) lo ha ido conociendo más y más; cuenta con satisfacción cómo algunos han mejorado.
Y la dupla deŠ ¡Medicina! Sí, dos ayudantes de Medicina en un ramo de Humanidades. Para ellos, dicen, el momento de gozo de la semana es trabajar en la asignatura. Alvaro, de cepa hispánica, alegre, entusiasta, anima y exige, abre la imaginación. Y la Carla, mezcla potenciada de sangre judía y alemana, especie poderosa de fémina tierna y mordaz a la vez, genera un ambiente de inteligencia creativa. Y, además, es azul-azul.
¿Y cómo fueron elegidos? Por cooptación: el profesor optó por ellos, en reñido concurso entre varios similares, o simplemente porque las vacantes coincidían con el número de postulantes. ¿Y quiénes pudieron presentarse? Sólo los excelentes: discriminación evidente y no arbitraria.
Aristocracia, la verdadera e imprescindible aristocracia.

Esos verbos

Este semestre que ya va terminando ha arrojado una nueva señal sobre el deterioro del lenguaje entre los universitarios chilenos. Corregidos ya unos 3 mil ensayos de una página, la conclusión es dramática: los alumnos han comenzado a desconocer y a desfigurar el más elemental sentido de los verbos.
Antes fueron los sustantivos y los adjetivos, ya que cuestión y weá, bacán y barsa, habían venido reemplazando respectivamente a las cosas por sus nombres y a las calificaciones que ellas merecen.
Pero ahora son los verbos. O sea, la ignorancia se refiere al actuar humano: ya no a los objetos, sino al sujeto mismo. Mucho más grave aún, porque desfigurar lo que las cosas son, golpea fuerte, pero no entender las propias acciones simplemente termina destruyendo toda posibilidad de alcanzar los fines humanos.
Unas pocas joyitas:
"Puedo oír las ramas danzando al son de una melodía sin fin y el susurro de las hojas huidas por el viento". "Las personas que denotamos como impulsivas son ante todo, personas que actúan en conjunto con sus sentimientos". "El rostro de Jack se empalizó". "La violencia no sólo deja mal parado a quien la proporciona". "Nos tocan sonidos gesticulados por diferentes instrumentos". "Los punky creen en la anarquía o la tratan de promulgar".
Y una segunda dosis:
"¿Cuáles serían los castigos que se le acusarían?" "Dirigido por el masivo y desconsiderado derrocamiento de dinero". "La gente tiene sus ideas claras del partido político que quiere que contienda para su comuna". "Le encanta eso y piensa esparcir esos conocimientos a futuro". "Que sus juegos y bailes emergen al público en una loca alucinación". "El fin del ensayo es soslayar a las personas que no votan". "Debido al contexto sociocultural en el que nos envolvemos". "Este problema se ha visto exaltado aún más, con una serie de campañas publicitarias". "Hay que decidirse por algún movimiento que destaque lo que realmente queremos y como ostenta para realizarlo".
¿Puede ser más dramática esta situación? Sí, por cierto: llegará un momento -muy luego- en que simplemente no nos entenderemos o nos nos inmiscuiremos, porque entender e inmiscuirse significarán lo mismo, es decir, no significarán nada.
Sólo tres conclusiones: apagar los televisores, corregir todos los errores juveniles (desde los 14 años, no aceptar peticiones que vengan oralmente mal formuladas) y, finalmente, leer y leer, para conservar verbos elementales, que de lo contrario "sintonizaremos" (¿o moriremos?).

Las nuevas trincheras

Hoy era -90 años atrás- el primer día de la paz, o al menos, del armisticio. Doce de noviembre de 1918: millones de europeos y estadounidenses podían, por fin, mirar hacia adelante y salir de las trincheras sin ser ametrallados.
Las trincheras fueron, durante cuatro años y medio, el ámbito de la vida (y hasta gran poesía se escribió en ellas) pero, sobre todo, fueron el repugnante hoyo en que las ratas y la sangre se hicieron mazamorra mortal.
Quizás por eso mismo la palabra trinchera quedó vinculada a la agresividad, a la muerte, a la carencia de sentido, porque -no se olvide nunca- distaban unas de otras sólo unas decenas de metros y, por hacerlas avanzar esos pocos pasos, murieron cientos de miles, millones.
Periodismo de trinchera, políticos de trinchera, personas atrincheradas en sus instituciones: todas esas expresiones y otras similares, pasaron a ser peyorativas, descalificatorias. Nadie quería estar en una trinchera.
Pero los combates continuaron todo el siglo, y hasta hoy, sin tregua. Se ha luchado en la educación y en la historia, se ha combatido en la economía y en la moral, se han enfrentado posiciones en la familia y en el derecho; y en casi todo lo demás.
Los que han descalificado a los atrincherados, ciertamente han asumido otras posiciones de combate; han sido francotiradores o artilleros pesados, pero siempre han apuntado a dos objetivos fundamentales: primero, denunciar a los atrincherados y conseguir así su rendición y, segundo, hacer explotar los reductos de los que han perseverado en la defensa de sus posiciones.
Así fueron siendo demolidas las tradiciones y las costumbres, la decencia y el sentido común, las espiritualidades y las formas estéticas, la seguridad y las confianzas. Nada de raro tiene que en ese clima surgieran el miedo y la angustia y que muchos, no simbólica sino realmente, levantaran nuevas alambradas -muchas ahora con cerco eléctrico- para protegerse de los males que los acechaban.
Pero eso no sirve. Las alambradas no disuaden ya al invasor, que dispara con tutti. Sólo una nueva línea de trincheras, formada por valientes que estén dispuestos a defender posiciones y, cuando sea del caso, a salir en descubierta al debate y a la discusión, a la confrontación electoral y al concurso por las cátedras, al artículo de prensa y a la entrevista de TV, podrá detener la ofensiva rival.
Pocos son los decididos; muchos parecen haberse dormido por efectos del gas mostaza. Pero aún hay heroísmo, ciudadanos.

Un memorial, una ausencia




Este domingo 9, con o sin la asistencia de la Presidenta, se inaugurará el Memorial a Jaime Guzmán.
Importa sin duda que ella diga sí o no a las presiones de que ha sido objeto; su decisión importa, pero no mueve ni en un milímetro dos percepciones fundamentales: la que se tenga sobre la vida y muerte de Jaime Guzmán y la que produce la presidencia Bachelet.

Hoy, sólo vale detenerse en lo primero.

La ausencia repentina de Guzmán es la más célebre que la vida pública chilena haya experimentado en su Historia. La falta de su magisterio y de su gestión no tienen comparación con otras carencias anticipadas.

Cuando Portales murió asesinado, a los 44, Manuel Montt tenía apenas 28 años, pero muy pronto se hizo cargo del legado del fundador de la república y llenó el vacío con la más notable gestión presidencial del siglo.

Cuando Manuel Antonio Tocornal murió, a los 50 y en la plenitud de sus facultades, siendo el líder del conservantismo (entre tantas otras cosas), Manuel José Yrarrázaval tenía ya 31 años y estaba en condiciones de tomar el relevo, aunque le costara aún una década larga concretarlo.

Y así, otros casos análogos muestran que el vacío fue reparado, que la ausencia fue suplida e incluso, en algunos casos, superada.

Con Guzmán no ha sido posible.

Pero antes que mostrar las dramáticas consecuencias que eso ha tenido, vale resaltar una paradoja: nunca nadie antes, tampoco, se había empeñado tanto en formar a tanta gente, artesanalmente, persona a persona, como lo hizo Guzmán. Y a pesar de eso, no aparece nítida la sucesión, el heredero. ¿Aventurar una explicación? No, sólo apuntar a esta misteriosa paradoja que quizás algún día sea motivo de tesis doctoral.

Lo que sí resulta claro es que después de la muerte de Guzmán, cada vez que ha habido que marcar un punto con inteligencia y fortaleza complementarias, o ha faltado la primera (y en eso puede no haber culpabilidad) o se ha claudicado en la segunda (y ahí sí ha habido muchos responsables). Se ha fallado; muchas veces, se ha fallado.

Este domingo, cientos, miles, de sus admiradores contemplarán a Guzmán en piedra, de cerca. Bastaría con que unos dos o tres muy concretos (ellos saben que son los llamados a sucederlo, y con plena consecuencia) volvieran a mirarlo en alma, y aún más de cerca, para que se corrija en parte el vacío en el que aún estamos.

Buenas noticias

Los grandes números electorales ocultan a veces las pequeñas alegrías en los resultados. Son esas noticias que multiplicadas por cien, le podrían cambiar la cara y el alma a Chile, aunque por ahora sólo son unas pocas exitosas realidades.

Entre ellas hay victorias notables y derrotas muy convenientes.

Entre las primeras, la consolidación de dos liderazgos excepcionales para el futuro próximo: los de Jacqueline van Rysselberghe y Manuel José Ossandón. Dotados ambos de un profundo sentido cristiano de la vida y de la politica, demuestran que con coherencia se pueden ganar más y más adhesiones, que es falso que el corazón del chileno sólo acepte populismo y libertinaje. Ambos lograron votaciones de magnitud colosal, y nada menos que en sus terceras postulaciones. Los dos, además, se muestran sencillos y desprendidos, abiertos en diversas medidas eso sí, a liderazgos nacionales futuros.

Por su parte, de manera no visible, José Antonio Kast logra en su distrito como diputado, reconquistar con Nora Cuevas el municipio de San Bernardo, consolidando, con las victorias en Buin y Paine, otro liderazgo decisivo no sólo para la UDI, sino para toda la Alianza.

Menos destacados, varios jóvenes triunfan como concejales. Jaime Barrientos lo consigue en Valparaíso, Fernando González se impone en Concepción, Carolina Lavín obtiene su cargo en Santiago y Patricia Acevedo vence en la Cisterna. Todos ellos -y unos 15 más que no lo lograron- pertenecen al plan de formación de la revista Realidad, la Fundación Jaime Guzmán E. y Vivachile.org. Y entre esos mismos jóvenes hubo otros, que aunque perdedores, pueden hoy mirar con gran esperanza el futuro. Ahí destaca Guillermo Inostroza, quien obtiene el tercer lugar en la lucha por la alcaldía de Coquimbo, contando con la oposición de su propia senadora.

Un caso más dentro de las muy buenas noticias: José Manuel Palacios y su elección como concejal en La Reina, en su primera incursión electoral. Un urbanista con potencial máximo, que a pesar de tantas pilatunadas sufridas en la camapaña, logra el cargo con votación notable.

Pero también hubo una gran noticia a raíz de un fracaso: el de Gustavo Hasbún en La Florida. Alojado en la UDI como quien se instala en nido calentito pero ajeno, Hasbún ha demostrado en cada una de sus declaraciones, como alcalde antes y como candidato ahora, que su proyecto personal no corresponde al de su partido, aunque algunos se empeñen en ver su procentaje como un nuevo potencial electoral.

Cuando se es amigo de los comunistas, cuando se es pildorista, cuando se desprecia la historia y la doctrina del propio fundador, llega el momento de buscar otro nicho. Ojalá

Esos puentes cortados

No, no podía ser cierto. Ante Ecuador, el loco Bielsa incurría en un pecado nunca antes visto: cortar voluntariamente al propio equipo, trozarlo sin necesidad, partirlo en dos mitades tan lejanas como diferentes.
Loco, ¿porqué? Tus admiradores, yo en un lugar de privilegio, vimos con espanto que se reproducía en una cancha de fútbol, en una organización siempre necesitada de vínculos estrechos, lo que pasa en casi todas las realidades del país.
Porque si Bielsa daba señales de haber logrado muchas cosas con nuestros jugadores en apenas un año, ahora parece haber sido capturado por uno de los defectos más típicamente chilenos: romper la unidad, desvincular las partes, cortar los puentes entre las instituciones, desarticular lo que requiere de contactos fluidos.
Pasa entre el Parlamento y las Universidades. Integradas ambas instituciones por personas que hacen de la inteligencia su instrumento, recelan mutuamente la una de la otra, se aburren a lado y lado con los estilos de la contraparte, evitan todo lo posible tener que oírse. Lateros, piensan en Valparaíso; frívolos, se oye en los claustros.
Sucede entre los medios de comunicación y las autoridades de Gobierno. Dispuestos los primeros a mostrar todo lo que pasa, olvidan legítimas consideraciones de bien común y reniegan de toda posibilidad de contactarse con los garantes del orden público. Hay que informar, cueste lo que cueste, es la consigna. E inclinados los segundos a proteger su imagen, perjudican la autonomía de los medios de comunicación, descalificando el enfoque sobre tales o cuales hechos que parecen perjudicar el prestigio gubernamental.
Es frecuente entre la familia y los pastores. Justificándose en su modo de vida, a veces inhumano por desnaturalizado, muchos grupos de chilenos que viven bajo un mismo techo sin ser estrictamente familia, descalifican todo criterio moral y pastoral, sólo porque proviene de quienes -dicen- no han formado una familia o son seres muy especiales y puros como para entender la dura realidad. Y, por su parte, desde ciertas instancias religiosas la doctrina suple a la comprensión, el criterio rígido suplanta a la atención caso a caso y, en vez de ir a buscar a la oveja perdida, (sí, efectivamente perdida y con las patas rotas) se ofrece por anticipado sus restos al matadero.
Una pena lo de Bielsa, pero también, una posibilidad. ¿No habrá por ahí un puente u otro que uno haya voluntariamente cortado, supuestamente para simplificarse la vida, pero que termina por complicársela absolutamente y derrotarlo?

La oportunidad de la austeridad

En Puerto Varas, un buen amigo afirma que para ellos la crisis comenzó mucho antes, que son cientos los puestos de trabajo perdidos por la infección de los salmones.
Cerca de Santiago, algo al norte, otro conocido se queja de que a su packing está llegando cada vez menos fruta. ¿Por qué? Falta de confianza, sostiene, sin dar mayor explicación.
En pleno centro de la ciudad, un constructor bastante abatido mira la obra a punto de entregar y profetiza que muchos de esos trabajadores van a tener enormes dificultades en las próximas semanas para lograr una nueva pega.
Los tres -y todos aunque todavía no suframos directamente algún problema por la crisis- hemos comenzado a tomar medidas macro y microeconómicas (no en el sentido del léxico de los entendidos, sino puramente referidas al monto en pesos de lo que pueda estar afectado).
Bien, pero hay una dimensión mucho más importante aún en la que ponerse las pilas: las medidas macro y micromorales.
La macro moral. Que cada uno mire el entorno laboral y famiiar en el que se está moviendo y se pregunte al menos estas tres cosas, busque respuestas éticamente exigentes y las ponga en práctica.
¿Qué personas van a ser afectadas en sus ingresos, en su estabilidad laboral y eventualmente en su dignidad?
¿Qué se puede hacer para prevenir esos daños o al menos reducirlos?
¿Qué se debe hacer para ayudar a quienes desgraciadamente no puedan evitar su quiebra, o su despido, o su depresión o su cambio de nivel de vida?
Y también, la micro moral, esa mirada sincera y profunda -exigente- sobre los hábitos personales de gasto, de consumo, de uso de objetos, de trato con los bienes intangibles (el tiempo), de administración de lo propio y de lo ajeno.
Otra trilogía de preguntas auxiliará al inquieto.
¿En qué se puede ahorrar para prevenir y qué habitos dispendiosos deben cortarse ya? ¿Qué instrucciones hay que dar en la casa para que esta crisis sirva a la formación de los más jóvenes en la austeridad? ¿Qué comportamientos personales de gran señor son una ofensa al que lo está pasando muy mal?
Bueno, podría decir, el economista econométrico, pero si todos se comportan así, habrá recesión, nadie gastará nada, el consumo se irá a los suelos, los stocks se pudrirán.
No se preocupen, nada hay más activante que el ahorro y la donación, que la aportación efectiva del que tiende la mano al que lo perdió todo o cayó en desgracia. Nada activa más la economía verdadera que la generosidad solidaria y en pesos. Es redistributiva en la macro y en la micro moral. Nos reubica en el para qué creamos riqueza y la usamos.

Tlatelolco, un sacrificio, un ritual

Unos 325 universitarios muertos; y varios miles de heridos; y la consiguiente represión a miles de opositores de las más variadas categorías, muchos de ellos muy jóvenes. Esa fue la indesmentible realidad de la matanza de Tlatelolco en Ciudad de México, exactamente 40 años atrás, el 2 de octubre de 1968, a las puertas de los Juegos Olímpicos.
Era la democracia del PRI, que mientras se echaba a México al bolsillo, en Tlatelolco se lo mandó al pecho. Pero como era un gobierno de centroizquierda Š
Treinta años antes, acá en Chilito, un 5 de septiembre de 1938, más de 50 jóvenes nacis (que así se denominaban) habían caído bajo las balas, detenidos después de un intento de golpe de estado. Pero como eran nacis y golpistas, tras la condena de los autores, vino el indulto.
Y el año próximo se cumplirán los 20 de la masacre de Tiananmen, crimen alevoso en que hasta 2.600 jóvenes chinos -según la Cruz Roja nacional- perdieron la vida a manos de su gobierno, a lo que hay que sumar entre 7 y 10 mil heridos. Pero como era un país oficialmente comunista Š
Así, con un solo standard (las izquierdas nunca son culpables) se ha manejado siempre el tema de los derechos humanos, aquí y en las quebradas del mundo entero. A nivel macro y micro, a nivel matanza y a nivel abandono de la amante.
Sí, porque el mismo Edward Kennedy que abandonó a Mary Jo Kopechne en Chappaquidick, posó siempre como el paladín de los derechos ajenos. Mientras más lejanos y etéreos, eso sí, mejor. Por eso, desde muy apartadas tierras, otra mujer lo premió ahora, en el ocaso de su vida, con la Orden al mérito de Chile.
Sacrificios y ritual, qué paradoja. Frente a la realidad dramática de unos hechos de sangre, el subterfugio y la máscara de unos actos simbólicos.
Fue así como Octavio Paz describió Tlatelolco en El laberinto de la soledad: "Doble realidad del 2 de octubre de 1968: ser un hecho histórico y ser una representación simbólica de nuestra historia subterránea o invisible; y hago mal en hablar de representación pues lo que se desplegó ante nuestros ojos fue un acto ritual: un sacrificio," afirmó.
Y ésa ha sido la realidad en tantos lugares del mundo, tan distintos como los ya mencionados o como Cambodia y Siberia. Para decenas de miles de buenas personas -millones en realidad- el siglo XX implicó el sacrificio de sus vidas, muchas veces perdidas en plena juventud. Pero para quienes los ajusticiaban, era sólo un ritual.
Un ritual en los gestos al que ha seguido el rito de las palabras. Porque dos veces han sido sacrificadas las víctimas de esas masacres: una primera por las balas y a continuación por la demagogia. Ni ellos se lo merecen ni los demagogos tienen mérito alguno.

¿Anarquistas en Chile?

Los anarquistas clásicos fueron -no podía ser de otro modo dada su opción de vida- tipos inclasificables. Todo intento por someterlos a categorías ha fracasado y quienes mejor los han estudiado -Woodcock, Kedward, Brenan- terminan por reconocer que es mejor analizarlos individualmente, conocerlos a cada uno con sus cadaunadas.
Proudhon, Bakunin, KropotkinŠ mundos diversos en la teoría anarquista; Malatesta, Ravachol, DurrutiŠ opciones diferentes en la acción ácrata; anarquismo comunal, anarquismo de acción, anarcosindicalismoŠ modos contradictorios entre sí del gran proyecto antipoder.
Lindo tema para los investigadores y también apasionante materia para los observadores de la realidad chilena. Sí, porque cada una de esas tendencias se asoma hoy en la vida pública nacional. Hay que saber reconocerlas.
"Lee a Bakunin", grita un grafitti en el centro de Santiago, como si hubiera alguien a quien pudiera sonarle el apellido del enorme gordo ruso y al ver su nombre, pudiera sentirse llamado a profundizar en su conocimiento. Lo más probable es que los lectores del letrero piensen que se trata, más bien, de un comic neogótico.
Pero lo interesante es que un tipo (sí, uno, y eso le basta al anarquismo) se ha dado el trabajo de usar el spray para difundir a su ídolo. Y, con toda seguridad, ese sujeto está pensando (o ya ejecutando) sus próximos pasos. Porque así son algunos anarquistas: unas pequeñas pulgas molestosas que espontánea e imprevisiblemente pican y sacan ronchas, o chupan y dejan heridas abiertas. Basta unoŠ
O las portadas del periódico aquél, casi todas antiautoridad, antiestado, antipoder, antimoral, antireligión, anti, antiŠ Al interior de sus páginas, conviven varios tipos metidos en una empresa caótica en su imagen, en su lenguaje, en sus propósitos, en sus medios, pero perfectamente integrable por el observador en una de las líneas del desarrollo conceptual del anarquismo. Y el periódico ése, se vende mucho y se lee mucho.
Ah y ciertas asambles universitarias, ésas las del diálogo perpetuo, ésas las de una continua rearticulación de posiciones, ésas las que caída la tarde devienen en amor libre y barra libre, como lo practicaban los anarquistas clásicos, especialmente los hispánicos aquéllos de los años 30, hombres y mujeres de verborrea y sexualidad incontinentes.
Y vaya uno a saber cuáles otras manifestaciones aún no descubiertas. Porque cuando en una sociedad las estructuras facilitan el aburguesamiento y la corrupción, cuando las costumbres devienen en mediocridad y conformismo, por cierto aparecen los santos que procuran remecerlas.
Pero también actúan, y a veces con terrible eficacia, los muy variados anarquistas.

Tres tendencias, tres cambios

Buenos días éstos para pensar en el Chile del Bicentenario, en el que probablemente se habrán consolidado las nuevas mentalidades y tendencias que ya hace más de 30 años comenzaron a asomarse. Será ésa la mejor demostración de cuánto y cómo cambió el país después de 1973.
Por una parte, habrá quedado claro que se pasó del estatismo a la responsabilidad personal. El tránsito de aquellos períodos de las planificaciones globales de los años 64 (Frei) 70 (Allende) y 75 (Pinochet) que pretendían generar toda una nación de nuevo, desde cero y en todos los campos (Góngora) se habrá completado, consolidando el pequeño negocio, la iniciativa personal; atrás habrá quedado la mentalidad de "el Gobierno dicta el rumbo y yo me adapto en lo que puedo," que era propia de los chilenos hasta muy entrados los años 80, y habrá sido reemplazada por un "yo busco caminos nuevos, creo, invento, arriesgo y si es necesario, vuelvo al gobierno mediante lobby", mentalidad que comenzó a surgir tímidamente en los 50, luchó por mantenerse en los 60, se asomó al triunfo a finales de los 70 y pareció consolidarse en los 80; también en la cultura se habrá marcado una diferenciación significativa entre el Estado y los particulares. La gran ventaja de esta tendencia está en el incentivo a la creatividad, pero su gran restricción puede estar en el olvido de la pobreza.
En contraste, probablemente se seguirá mostrando una alarmante tendencia a superar la austeridad como virtud, por una afán de consumo y ostentación. Quizás en 2010 se recuerden con nostalgia esos tiempos en que el interés se centraba en los contenidos, algo que era propio de los 60 y 70 (¿para qué tener algo?), lo que se expresaba en viajes culturales, compras de libros y vida social muy conversada, y se mirará con cierta perplejidad la preferencia por las formas que comenzó a ser lo típico de mediados de los 80 en adelante (¿a quién impresiono con esto?), lo que se expresó en conocidos viajes de negocios y en espectaculares viajes de descanso, en compras de suntuarios y en vida social de eventos. A esas alturas, quizás ya no impresione que la transición que se dio en los 80 desde el crédito para inversión y propiedad en la casa y en el auto único, haya terminado en el crédito para consumo centrado en bienes reemplazables en lapsos breves. Quienes defiendan esta tendencia hablarán a su favor como signo de la ruptura de la mediocridad, pero muchos mirarán su presencia como una señal de la opresión que los medios pueden causar sobre los fines.
Y como tendencia complementaria, cabe consignar el paso en el Chile contemporáneo de la aceptación de una moral objetiva al relativismo moral. Algunos ejemplos lo muestran muy nítidamente: por una parte, se ha transitado desde la familia conceptual y fácticamente normales (ambos padres viviendo juntos y pluralidad de hijos) a las uniones de todo tipo y circunstancia asimilables a familia (segundas y terceras nupcias, concubinato, uno con uno y una con una, uno solo, uno con animales, etc.); por otra parte, se ha pasado de la probidad funcionaria y profesional, como un orgullo nacional y ejercida con sobriedad y sin mayores quejas, lo que era propio de los 60, a las relaciones turbias, éticamente reprochables e incluso delictuales, muchas veces acompañadas de quejas virulentas sobre los niveles de sueldos, lo que ha sido propio de los años 80 en adelante. Paralelamente se ha producido la ruptura de las relaciones entre religión y moral: muchos creyentes sólo rezan, pero no buscan la coherencia en sus vidas. Externamente, esta tendencia relativizante se ha expresado en un desprestigio de las formas. La ventaja de esta nueva mentalidad está en la claridad del lenguaje público, casi sin eufemismos, pero su restricción ha venido consistiendo en la deformación de lo natural.
Si tiene un tiempito en estos días de cueca y chicha, échele una mirada a estos puntos y saque conclusiones personales.

Los otros desaparecidos

Están vivos; fueron importantes hace 35 años; eran radicalmente contrarios al gobierno de la UP; ahora, están desaparecidos, pero siguen vivos.

Son los desaparecidos que han sido secuestrados por su propia mediocridad.

Los hay quienes ostentan la calidad de senadores y diputados. Tenían tipocos años cuando pedían la renuncia de Allende, valientemente, pero ahora que pasan de los 50, claudican de su pasado, vegetan en sus cargos, huyen de la sombra de Pinochet.

Los hay quienes gozan hoy de las libertades del mercado. Indignados por los atentados a la propiedad que sufrían sus padres -que no ellos- marcharon cien veces por las calles del país y gritaron otras miles contra el opresor marxista. Hoy, instalados en su legítimo lucro, cambian de tema, cuando de fundamentar sus éxitos en la rectificación de Pinochet se trata.

Los hay quienes comunican mentirillas y mentiras en la prensa libre, después de haber colaborado por años a la difusión de la verdad fundamental: que las Fuerzas Armadas quebrantaron un 11 de septiembre la tenaza castrista que aprisionaba a Chile. Hoy, lo suyo son las mentiras y las mentirillas, con o sin farándula.

Los hay quienes enseñan en sus cátedras tres ideas políticamente correctas, una que otra vaguedad encantadora y difunden dos o tres libros progres, para limpiar el pasado aquél, cuando fueron profesores convencidos de la necesidad de nutrir a la juventud de Chile con un nuevo ideal, tan viejo y viril como la Patria, como la Matria.

Las hay ya abuelas, aburguesadas en su buen pasar, que olvidaron más tarde que pronto, cómo habían logrado escapar de esas papas con gillette, de los cadenazos y de los linchacos. No era para tanto mija, afirman, mirado todo desde un BMW.

Los hay quienes vistieron gloriosos uniformes con el grado de subteniente o eran simplemente cadetes, pero hoy, de paisa hace años, prefieren mirar con distancia esas fotos, esos heroísmos, y olvidar a qué enemigo se enfrentaban, con qué armas los atacaron, a cuántos camaradas vieron caer y cuántos otros están prisioneros.

Los hay jubilados hoy quejumbrosos, pero entonces, profesionales, comerciantes, camioneros y agricultores indignados. Es que fue muy largo, es que nos quitaron los beneficios, es que si yo hubiera sabidoŠ ¿Esperaban de verdad algo corto e indoloro?

Todos ellos suelen invocar a la Historia. Ya la Historia juzgará al Gobierno militar, dicen. Pero cuidado, también la Historia los juzgará, ya los juzga, a ellos, a los desaparecidos en vida.

Esta vida y la Otra.

Habitualmente fríos en el trato, así somos los chilenos. Pero cuando el dolor se asoma a la puerta de al lado, cuando invade las vidas de nueve familias, de dos colegios, de la Iglesia en Santiago, de los compatriotas todosŠ entonces el afecto aparece como primer bálsamo.
Y así ha sido, como una incipiente primavera, en estos días finales del invierno. Desde el primer momento, desde esas llamadas telefónicas dramáticas para comunicar la increíble noticia hasta hoy, cuando ya comienzan a reposar las sensaciones, han sido cientos de miles los gestos de afecto humano que se han volcado en los que sufren lo indecible.
¿Cuánto nos durará? Porque una primera lección de estas jornadas consiste en recordarnos que de esos afectos debemos regalarnos en el día a día, con generosidad, sea cual sea nuestra posición en la vida, o nuestros pensamientos, o nuestros intereses. Que no hace falta un ³ayudándote a sentir², que basta un ³compartiendo tu vivir,² para dar ese afecto que al comunicarse, en vez de perderse, se multiplica.
El cariño se ha perfeccionado, además, con la fe y con la esperanza. Esas palabras serenas, esos gestos de aceptación de la voluntad de Dios, ese amor manifiesto a su Cruz, no han sido una bofetada sino un susurro en la conciencia de Chile: mira país, si abandonas la fe, te quedas sin esperanza, se te hacen insufribles los dolores, y la vida, ya lo dijeron otros, será para ti una pasión inútil.
Hombres y mujeres de fe, hombres y mujeres con defectos y debilidades, pero que han acudido a Dios, su Padre, para llorar con Él, sin rebeldías, y así contestarse, desde Él, los porqué de una dramática tarde de viernes. Sin rebeldías, porque desde que vieron nacer y crecer a sus hijas y hermanas, a sus sobrinas y nietas, sabían que el don de la vida, el regalo de esas existencias, era muy frágil. Dignísimo, pero muy débil. Habrán recordado esos cuerpecitos de niñas recién nacidas y habrán dado gracias, en virtud de su fe, por los 16 años que disfrutaron de ellas, a pesar de tanta y tan evidente debilidad corporal.
Ahora, a esas nueve familias les resultará de gran ayuda la múltiple variedad de sus miembros. Cada uno de sus integrantes -desde los 14 ó 15 de algunas hasta los 4 ó 5 de otras- tiene por delante la tarea de compensación del irreemplazable espacio vacío. En cada hijo, en cada hija, encontrarán los padres los gestos, las miradas, las palabras de la ausente; en cada consejo, en cada petición, deberán reconocer los hijos la misma tarea que ese padre o esa madre estarían realizando con su querida hermana.
Esta vida es para eso. La Otra, ya es de ellas.

A correr, a correr

Cansados de tanta queja puramente verbal sobre el estado de la juventud, los que realmente quieren hacer cosas para sacarla adelante, se las rebuscan con imaginación o apelando a la tradición.
Con ese propósito, hay que aprovechar el empujón enorme de los juegos olímpicos, para recuperar en Chile el papel tradicional en la formación de la juventud que debe tener el deporte. Menos lamentos sobre el deplorable estado del CAR o sobre las sesgadas asignaciones a ésta o aquella otra disciplina, y mucho mayor dedicación a la competencia de base, ésa que debe llegar a decenas de miles de niños y jóvenes en todo el país.
Que el Estado llore solito su actual incompetencia en la promoción y gestión del deporte competitivo. Sí, es efectivo que muchos recursos se malgastan a partir de nuestros impuestos, pero la misma rabia que causa esa mala asignación debe conducir a tantos padres de familia, educadores de todos los niveles, empresarios y deportistas de elite, a dedicarse a la promoción directa del deporte competitivo, para los chilenos entre los 8 y los 30 años de edad. Eso es lo que manda la recta subsidiariedad: hacer primero los particulares lo que les corresponde a ellos (y si no se la practica, un día prosperará la idea de los díscolos hipersocialistas que quieren sacar aquel principio de la Constitución).
Se necesitan clubes y más clubes, en todos los niveles sociales y geográficos. Que la práctica deportiva sea promovida por los progenitores en el centro de padres, por los profesores de todas las asignaturas en recreos y fines de semana, por los deportistas de elite con sus visitas a los más variados ambientes para hacer clínicas y dar charlas; y también, con su dinero generoso, por los empresarios, que hoy invierten en procesos paralelos, como prevención de la droga y apoyo a las adolescentes embarazadas. Métale deporte recreativo y competitivo, que sacará salud, orden, disciplina, fortaleza, liderazgoŠ
Sí, deporte competitivo, y a todo nivel. Qué maravilla de colegio era ese Saint George´s College de los 50 y los 60, en el que desde la primera infancia el coordinado y el desparramado, el pura fibra y el gordinflón perezoso, todos, todos, éramos incentivados a tomarnos el deporte escolar como camino de nuestra propia formación: en el recreo, en la tarde de día normal, en los fines de semana, en vacacionesŠ Se entrenaba y se competía con lluvia o con calor insoportable, porque había que ganar, porque había que ganarle a la flojera, a la envidia, al truco, a la mediocridad, a ese conjunto de carencias y errores personales que cada ser humano despliega si lo dejan en estado silvestre y que hoy, desgraciadamente, se cosechan como frutos de una pedagogía del "no exigirás".
Beijing 2008; Chile, 2008 y siguientes.

En Praga y en Santiago

El 20 y 21 de agosto de 1968 -40 años atrás exactamente- no son sólo días de ignominia para la Unión Soviética y los restantes países del pacto de Varsovia que invadieron Checoeslovaquia. Lo son también, y con especial gravedad, para el Partido Comunista de Chile y sus actuales aliados.
El PC criollo siguió con gran interés todos los acontecimientos de Checoslovaquia, dedicándoles -antes y después de la invasión- amplia y continua atención a través de su órgano de prensa, El Siglo, por la importancia de los aspectos doctrinales y estratégicos que estaban en juego. Inicialmente, el Partido chileno vio con simpatía el proceso de cambios llevados a cabo en Checoslovaquia, ya que, a su juicio, había que superar los errores cometidos y quienes debían hacerlo eran los propios checos. Pero, al conocer la entidad concreta de esos cambios, los comunistas chilenos calificaron la realización de algunos de ellos como una amenaza al socialismo, provocada por el "imperialismo" y "los reaccionarios dentro de la propia Checoslovaquia".
En todo caso los comunistas chilenos consideraron, hasta el día de la invasión, que quienes debían conjurar la amenaza eran los propios comunistas checoslovacos, en unión "fraternal" con el Partido Comunista de la URSS. El PC de Chile apreció siempre el caso checo como un problema que afectaba en sus resultados a todo el mundo socialista. De ahí su insistencia en la necesidad de conducir el proceso en el marco de la "unidad internacional-proletaria" y de los principios del marxismo-leninismo.
Producida la invasión, la adhesión del PC de Chile a la medida adoptada por la URSS y los demás firmantes del Pacto de Varsovia, fue rotunda. El Partido chileno consideró imprescindible dejar de lado matices y centrarse en un hecho fundamental: el socialismo estaba amenazado en Checoeslovaquia y, por lo tanto, había que tomar las medidas para protegerlo; correspondía al Partido Comunista de la URSS determinar las acciones concretas que había que adoptar, optándose en el caso checo por la invasión militar. La fidelidad del comunismo chileno a la doctrina Brezhnev fue, entonces, absoluta, aunque manifestó ciertos reparos por los procedimientos concretos empleados.
Ante los ataques que sufrió su postura -diferente de la de muchos otros Partidos comunistas del mundo, que rechazaron la invasión- el Partido Comunista de Chile montó toda una campaña destinada a difundir su posición y a rechazar las críticas que los demás sectores, también los de la izquierda chilena, hicieron con enérgicos argumentos.
La adhesión de los comunistas chilenos a la doctrina Brezhnev ponía -al menos desde un punto de vista teórico- en grave riesgo la seguridad nacional de Chile, puesto que en el caso de producirse el acceso del Partido chileno al poder, la defensa del socialismo constituiría un valor superior a la misma soberanía nacional. En 1968 los comunistas chilenos habrían estado dispuestos a llamar y recibir a las tropas de la URSS con tal de mantener un régimen socialista en Chile, si las circunstancias políticas la hubiesen exigido, y las condiciones militares lo hubiesen permitido. Quizás estas últimas fueron las que faltaron en 1973.
Hoy, -dicen los DC- una supuesta exclusión justifica los pactos por omisión. Que cada uno cargue con sus vergüenzas históricas.

La catedral, tomada

La mayoría de los clérigos católicos cumple hoy admirablemente su tarea pastoral. La prueba más fehaciente es que de la actuación del 98.7% de los curas no se dice ni una palabra en los diarios ni en la TV; y del 1.3% que sí aparece, casi todos los que integran ese reducido porcentaje figuran comentando la palabra de Dios o se destacan en el legítimo ejercicio de tareas profesionales de bien común asociadas a su sacerdocio: bioética, literatura, historia del arte, antropología, etc.
Para encontrar hoy un cura metido en política, entregado en alma, corazón y vida a la sociología, totalmente psicologizado o lamentablemente desviado en sus tendencias personales, hay que buscarlo con lupa o rastrearlo en muy determinados y minoritarios ambientes y en extraños medios de comunicación.
Casi no nos damos cuenta, pero es una gran noticia. El clero católico de Chile -digan lo que digan sus enemigos secularizadores- está sanito, activo y se entrega heroicamente, sin publicidad. Y ninguna campaña podrá mostrar más que un caso en mil que desvirtúe esa afirmación.
Sí, casi nos parece lo obvio. Pero si recordamos que justo hace 40 años, el 11 de agosto de 1968, nueve sacerdotes, tres religiosas y doscientos laicos, se tomaron la catedral de Santiago, parece casi un milagro la actual fidelidad.
¿Motivos de la ocupación? Teresa Donoso Loero, en su imprescindible obra Los cristianos por el socialismo en Chile, los enumera con claridad: protestar por el viaje del papa Paulo VI al Congreso Eucarístico de Bogotá (obvio: la mayoría de los ocupantes no creía ya en la presencia real de Jesucristo en la Hostia santa); protestar por la prohibición vaticana de la píldora anticonceptiva (lógico: los ocupantes habían desligado ya la sexualidad del amor); protestar por la construcción del templo votivo de Maipú (coherente: para ellos la Virgen no se había asociado suficientemente a las luchas revolucionarias).
Estuvieron todo un día dentro de la catedral, cantaron bajo la conducción de Angel e Isabel Parra el Oratorio para el Pueblo, mientras sobre el altar colgaban posters de sus santos -así los proclamaron- el Ché Guervara y Camilo Torres. Por fuera, la catedral aparecía coronada, de torre a torre, con un lienzo: "Por una Iglesia junto al pueblo y su lucha."
El cardenal Silva Henríquez reaccionó con energía calificando la toma como "uno de los actos más tristes de la historia eclesiástica de Chile", condenó los hechos y determinó que "los sacerdotes que han intervenido en ellos se han separado de la comunión con sus obispos." Pero los curitas, ni lerdos ni tontos, sino astutamente marxistas, se apresuraron a pedir perdón: "Solicitamos poder continuar en el ejercicio de nuestro apostolado." (Léase: pedimos que nos dejen seguir infiltrando la Iglesia a vista y paciencia de todo Chile).
Y el cardenal Silva dejó sin efecto la sanción. Fue una de las primeras victorias de Antonio Gramsci en la historia de Chile. Vendrían muchas más después.

Alexandr Solzhenitsyn (1918-2008)

Ha muerto un coloso. Después de casi 90 años intensos y fecundos, Alexandr Solzhenitsyn ha sellado su vida de modo paradojal: le ha fallado el corazón a uno de los hombres de mayor fuerza cordial del siglo XX.

Un héroe, eso fue el ruso más importante de la centuria pasada. Ante todo -y lo dejaremos hablar a él en estas líneas- fue heroico en la crítica, porque después de lograr sobrevivir a 8 años de trabajos forzados, dio a conocer al mundo el stalinismo, el sistema más opresivo y criminal que jamás se haya diseñado y practicado. Ese sistema por el que "Iván Denisovich había perdido la costumbre de pensar en lo que ocurría al día o al año siguiente, y de qué alimentaría a su familia; la dirección del campo lo pensaba todo por él." Ese sistema en el que "el plato de sopa importa más que la vida que llevaron antes y la que todavía les queda."

Es el Gulag, esa palabra ya indeleblemente asociada a Solzhenitsyn y que desde su valiente denuncia estremece a todos, menos a los pocos comunistas aún vigentes.

Además, el premio Nobel practicó más adelante el heroísmo para criticar, cuando ya había sido acusado de antisoviético y corría el riesgo de ser nuevamente encarcelado o proscrito. ¿Quién sino él podía decirle por escrito a los líderes soviéticos que "no abrigo muchas esperanzas de que ustedes se dignen examinar ideas que no me han sido formalmente solicitadas, aun cuando provienen de un compatriota de rara índole; uno que no está en una escala subordinado al mandato de ustedes, que no puede ser despedido de su puesto, ni degradado o promovido o recompensado por uds.?" Sólo podía hablar así a esos burócratas del crimen un hombre heroico en el dominio y en el ejercicio de su libertad interior. Lo hacía porque tenía claro que "el marxismo siempre se ha opuesto a la libertad; el comunismo jamás ha ocultado el hecho de que rechaza todos los conceptos absolutos de moralidad; se mofa de toda estimación del 'bien' y del 'mal'."

Una vez expulsado de la URSS, Solzhenitsyn fue heroico para denunciar a Occidente y a sus mediocridades: "Soy critico de un hecho que no podemos comprender: cómo se puede perder el vigor espiritual, la fuerza de la propia voluntad y, teniendo libertad, no apreciarla, no estar dispuesto a hacer sacrificios por ella."

Vuelto a la Rusia post soviética en 1995, no vaciló en criticar su estado lamentable. "Rusia está pisoteada, hecha girones; han saqueado a Rusia, la han vendido a precio vil, pero hay algo más aún terrible: ¿de dónde vino esta tribu, cruel, bestial, estos ladrones codiciosos que se apropiaron hasta del título de nuevos rusos, que engordaron con tanto placer y elegancia con la desgracia de nuestro pueblo? Más funesta que nuestra miseria es esta deshonra ostensible, esta vulgaridad depravada y triunfal que se ha infllitrado en las capas superiores del Estado."

Pero la suya no fue una voz siempre ácida, sino que también iluminó caminos futuros y propuso nobles desafíos.

A los soviéticos les dijo: "Desechen esta ideología llena de grietas; cédansela a los rivales de ustedes: dejen que se vaya donde quiera; déjenla que siga de largo y se aleje de nuestro país como la nube de una tormenta, como una epidemia."

Y a Occidente lo interpeló: "Si no aprendemos a limitar drásticamente nuestros deseos y demandas y subordinar nuestros intereses a criterios morales, nosotros, la humanidad, sencillamente nos desgararremos, ya que los peores aspectos de la naturaleza humana sacarán a relucir sus colmillos; en la circunstancias cada vez más complejas de nuestra modernidad, el imponernos límites a nosotros mismos es la única senda que verdaderamernte hará posble nuestra preservación; la felicidad no reinará en nuestro planeta, no nos será concedida con tanta facilidad."

Pero sobre todo, en su patria clamó: "El camino es largo, muy largo. Si bajamos por la pendiente durante casi un siglo, ¿cuánto tiempo nos llevará subirla? Años y años, sólo para tomar conciencia de todas las pérdidas, de todos los males. (Š) En la Rusia actual, pervertida, arruinada, desconcertada, asplastada, es evidente que sin el apoyo espiritual de la Iglesia Ortodoxa jamás nos levantaremos; si no somos una manada de seres irracionales, necesitamos un fundamento respetable para nuestra unidad."

Se fue una presencia; quedó una voz rotunda, colosal.

Regalo para candidatos

Más de 12 mil postulantes a concejales y alcaldes se han inscrito pocas horas atrás. De la vida y milagros de cada uno de ellos en los próximos tres meses -campaña se llama, es decir esfuerzo en descampado- depende en buena medida el resultado de sus aspiraciones frente al electorado.

Pero está en juego también otra cosa: la consolidación en esas personas de unos hábitos sanos, de servicio, constructivos, o por el contrario, la ratificación en algunos candidatos de modos de proceder turbios, deshonestos e incluso perversos.

Dime qué tipo de candidato fuiste y te diré que laya de concejal o alcalde serás; eso de que lo importante es ganar, de cualquier modo, para llegar al poder y hacer entonces el bien, es una simple falacia psicológica, moral y conceptual: el que miente y roba buscando votos, después miente y roba gobernando comunas.

Ciertamente hay tipos que en esta campaña no van a modificar sus corruptos procederes anteriores, esas actitudes con las que han desarrollado la tarea municipal que se les encomendó años atrás o con las que han emprendido actividades privadas de dudosa reputación. Esos sujetos están en todos los partidos y son los sospechosos de siempre: hay tres meses para desenmascarar su doblez, cosa que en algunos casos está ya en manos administrativas o judiciales; en otros, le corresponderá al público y a la prensa sacar los billetitos al sol.

Pero, afortunadamente, son pocos, ya que existe esa otra enorme masa de personas simples y buenas que son candidatos porque realmente quieren servir. A ellos, la admiración, la gratitud -el apoyo electoral si es que nos convencen como los mejores- y, desde ya, un regalo: cinco consejos para que practiquen la prudencia, virtud rectora de todo el actuar humano y, muy especialmente, de la acción pública.

Si quieren ser candidatos prudentes, le pedirán consejo a personas de experiencia en su comuna.

Si quieren ser candidatos prudentes, estudiarán en serio los problemas comunales y sus eventuales soluciones.

Si quieren ser candidatos prudentes, buscarán para sus equipos de campaña a gente sana y limpia, que combine un 5% de marketing, con un 20% de sacrificio, con un 25% de creatividad y con un 50% de convicciones fundamentales.

Si quieren ser candidatos prudentes, recordarán cada noche al acostarse que el fin de su campaña es el servicio y se preguntarán en qué pudieron desviarse de esa noble aspiración en el día que termina.

Si quieren ser candidatos prudentes, pedirán perdón muchas veces durante estos tres meses, darán las gracias sinceramente y corregirán con perseverancia, hasta el último día, lo que pudiera significarles una victoria en las urnas y una derrota en sus almas.

Si quiere, regale estos cinco consejos, para que el candidato los ponga en la primera página de su manual de campaña.

Una pausa, por favor.

La capital vive días más tranquilos. En las cercanías de la fiesta de Santiago apóstol, pareciera que todo contribuye a valorar más la noción de pausa, el concepto de intervalo: vacaciones escolares y universitarias, una pequeña brecha en la nube contaminante, la circulación automotriz notoriamente menor, una que otra lluvia breve cada tres díasŠ
Desde regiones, a los santiaguinos nos miran con algo de compasión, pero como hemos logrado exportarles parte de nuestra trepidación, estas consideraciones valen también para esas privilegiadas ciudades de provincias.
Necesitamos recuperar, a diario y semanalmente, el sentido de la pausa, del cambio de ritmo, la importancia del intervalo.
Pausa, ante todo para cortar el día en trozos razonables; intervalo para almorzar, breve pero sereno; intervalo entre el trabajo y el sueño, intenso en dedicación a la familia. Y después, por cierto, el corte fundamental: un sueño reparador (una vez más aparece la exigencia ardua: hay que apagar pronto la tele en el dormitorio o expulsar a la intrusa de esos dominios, de una vez por todas).
Pausa, en el trabajo mismo, para preparar cada cosa: el día completo, con una adecuada revisión matutina de la agenda, y cada una de las principales actividades, para que la improvisación, la tincada, el olfato y la ocurrencia genial de última hora, cedan su lugar a la ponderación y al criterio.
Pausa para leer bien el diario, para entrar a internet sólo a las páginas imprescindibles en información, para asistir a eventos que agreguen comprensión de la realidad y no inserción en la banalidad.
Pausa de fin de semana: tiempos de contemplación artística, para oír música (y nada más que oírla) para leer literatura clásica (y nada más que leer) para caminar por parques, montañas o calles de renovada arquitectura, y apreciar las formas de la naturaleza y los aportes humanos (y de paso, ahora sí, para conversar con parientes y amigos).
Pausa para un deporte intenso o laxo, competitivo o recreativo, individual o colectivo, pero que permite captar la fugacidad de las capacidades corporales y, al mismo tiempo, lo importante que es cuidarlas.
Intervalos más largos y tranquilos, para pensar en serio el porqué de las cosas fundamentales. "Todo el mundo debe tener períodos de su vida y momentos en su día, que sean partes constitutivas y permanentes de ellos, en que se calla, se concentra y -con un corazón vivo- se hace alguna de las innumerables preguntas que suprime durante un día ocupado," recomendaba el gran O'Malley. Un tiempo fijo todos los días, otro quizás mensual y, por cierto, unos pocos días al año, donde uno se toma en serio a sí mismo y a Dios.
Todo lo anterior exige un esfuerzo (pausado), porque cuesta. Hay que saber perder tiempos para ganar en calidad de tiempo total. Eso cuesta. Esta misma columna fue escrita en 34 minutos, sin pausa. Perdón.

Pobres Nicolás y Alexandra.

Nicolás II no fue un modelo de gobernante, pero al menos amó con serena pasión a su patria. Quizás por eso encabeza la votación de sus compatriotas para escoger al ruso más notable del siglo XX. En realidad, tampoco se merece esa distinción, pero con tal de que le gane a StalinŠ quien además no era ruso.
Fue el 17 de julio de 1918, justo 90 años atrás, cuando la Cheka de Ekaterinenburg, a cargo de Yakov Yurovsky, asesinó a toda la familia real y a varios de sus asistentes, retenidos por meses en la casa Ipatev, en condiciones dignas pero finalmente conducentes a su muerte.
Dominique Lieven asegura que la orden vino de Moscú; Edvard Radzinsky es menos tajante, pero deja también en claro que Lenin sabía perfectamente bien lo que se iba a hacer y consintió, aunque prefirió no dejar su huella telegráfica. Lógico, era Lenin, no Stalin, quien nunca vaciló en poner su mosca para autorizar miles de sentencias de muerte en los años siguientes.
Pero el crimen bolchevique, el asesinato de la familia real, no puede opacar los errores que tanto Nicolás como Alexandra cometieron en la conducción de su grey, equivocaciones que servirán de ejemplo, hoy y siempre.
En primer lugar, la apatía de Nicolás. Hombre querendón de los suyos, aunque hizo algunos esfuerzos para asumir con dignidad una tarea gubernamental que le llegó anticipadamente y para la que no tenía mayores condiciones, nunca logró transmitir un auténtico afán de sobreponerse a sus limitaciones. Fue habitualmente a la rastra, desganado, como anticipando su fatal destino. Eso lo notan los enemigos; y se preparan.
En segundo lugar, la obsesión de Alexandra. Un hijo enfermo, gravemente enfermo, debe ocupar legítimamente la atención prioritaria de una madre, pero en su caso, la dedicación devino en obsesión, en auténtica manía: la capturó y le destrozó sus mejores capacidades de consejo y de estímulo político.
A continuación, la búsqueda femenina de la esoteria. Rasputín pudo haber pasado de largo en la vida de la zarina, pero su magnetismo fue reemplazando con supercherías la fe cristiana de Alexandra, como hoy también logran hacerse con el dinero y las voluntades de tantas mujeres adultas, los gurús que en nuestros días ofrecen sus servicios, ciertamente más caros que los de Rasputín, aunque igualmente inútiles y a veces incluso más perversos.
Finalmente, la incapacidad de Nicolás para prever la gravedad de la crisis en la que se metía: irse al frente de batalla a comandar las tropas, abandonar su posición protocolar y de mando político, dejar a su familia expuesta a la captura, abdicar en cuanto sintió la presión de sus propios partidarios y, finalmente, resignarse a una prisión cuyo destino final parece no haber previsto, son todos gestos que muestran un carácter imprevisor, algo banal, gradualmente debilitado, derrotado.
Difícil encontrar ahí a un santo.

Las claves de una elección

El 5 de julio quedará en la historia de la UDI como el día en que, por fin, una directiva nacional fue electa por el Consejo General.
Vayan aquí algunas claves para los que no han podido seguir de cerca el procesoŠ y algunas explicaciones para los que participaron, pero siguen sin resolver ciertas incógnitas.
La sorpresa. El resultado, porque ni los apoyos senatoriales a la lista ganadora, ni incluso los más entusiastas seguidores de Kast, calculaban que el diputado obtuviera un excepcional 36.3%, en muy adversas condiciones.
La garantía. La presidencia de Juan Antonio Coloma, hombre de convicciones, quien supo escoger a Víctor Pérez, Carlos Villarroel y Gonzalo Uriarte, fieles conocedores del ideario guzmaniano, para que formen parte de su directiva.
Las dudas. Cuánto seguirán influyendo de verdad en la conducción de la UDI, quienes primero se empeñaron por evitar la elección, después buscaron conseguir un 80-20 a favor de Coloma para anular así la diversidad, y, finalmente, descalificaron la posibilidad de que haya en la UDI quienes no estén contentos, calificándolos despectivamente como una facción.
La figura. José Antonio Kast, porque con su proyecto amable, de hombre pacífico y, al mismo tiempo, con su carácter enérgico y articulador de mil voluntades, descolocó a las retóricas ampulosas y a los personalismos beligerantes.
El gesto. La decisión de Kast y su gente de no integrar la lista ganadora, actitud que se fundamentó en que no habían hecho todo el esfuerzo simplemente para tener un cargo, sino para conducir efectivamente; es que para colaborar lealmente con Coloma simplemente se esforzarán para que le vaya muy bien en su gestión.
El retorno. Las decenas de militantes históricos que participaron con entusiasmo joven y que, mayoritariamente, votaron por Kast.
El error grave. La autorización de la directiva saliente para que el alcalde Cornejo interviniera el Consejo General, recibiendo un frívolo respaldo que olvidó las duras críticas de la UDI a una situación análoga: la de la DC con Guillermo Díaz; además, se facilitó que toda la información de prensa se condujera hacia el caso Cornejo, en desmedro de la gran noticia electoral.
La constatación. El desapego de Lavín con la UDI (sólo estuvo 15 minutos en el Consejo) y el desapego de la UDI con Lavín (en medio de una general indiferencia, hubo unos pocos abucheos desubicados y uno que otro aplauso nostálgico).
La esperanza. Decenas de alusiones a la necesidad de retomar los fundamentos doctrinarios, de custodiar una historia y de incentivar una mística.
La diferencia. Coloma llamó a conseguir el mayor número posible de concejales en la próxima elección (un partido proyectado hacia fuera). Kast habría insistido en la mejor calidad posible de militantes para servir a Chile (primero, un partido reformulado hacia adentro).
Ojalá logren coordinarse bien

Pablo, Pablos




Pablo Longueira es uno de los hombres públicos con más méritos en el Chile de hoy. Lleva décadas de servicio eficaz; ha trabajado en los ambientes más adversos conquistando adhesiones duraderas; ha ganado elecciones muy difíciles y otras casi imposibles; ha predecido efectos perversos en muchas acciones, y casi siempre, ha acertado; ha enfrentado discusiones peliagudas con la fortaleza facial y moral de la que otros carecen; ha defendido sin descanso a sus pares en las circunstancias más terribles que hayan enfrentado unos senadores en la vida pública chilena; incluso, ha prestado su colaboración al adversario, cuando pensaba que el bien de Chile lo exigía. Bueno; casi todo, buenísimo.

Casi todo, porque de un tiempo a esta parte -dos años, quizás tres- el senador Longueira ha comenzado a cultivar un personalismo ajeno a sus mejores méritos. Desde sus palabras, da a veces la impresión que si algo no cuenta con su apoyo, con su timing, con su aprobación final, no vale, aunque muchos otros que también exhiben méritos rotundos, puedan tener una opinión diferente.

Es lo que ha pasado con sus recientes declaraciones sobre la elección interna en la UDI. Es una pena, porque en términos simplistas y dramáticos, Pablo Longueira deslegitima una contienda tan necesaria como normal. Es simplista, porque, dice que un grupo de parlamentarios se enfrenta al tronco; y es dramático porque, profetiza, se podrían producir efectos lamentables. Todo esto, desde una premisa: él cree conocer a la UDI mejor que nadie.

Algo no cuadra esta vez en Longueira, porque los apoyos a José Antonio Kast vienen desde importantes fundadores del partido, pasan por todas las generaciones y se extienden hasta incluir a los más jóvenes de sus dirigentes. ¿Eso no es el tronco? Por otra parte, la opción de Kast es abierta, amistosa, servicial y llena de historia. ¿Qué tiene de lamentable su presencia y su competencia? Finalmente, suponer el máximo conocimiento de una realidad tan compleja como un partido grande, ¿no revela más voluntarismo que realismo? Quizás Longueira se ha quedado hace un tiempo con una imagen algo congelada del partido que él con tanta generosidad ayudó a construir y al que otros también sirven y conocen, algunos talvez mejor.

Lavín banalizó casi todo en la UDI y hoy no hay cómo meterlo en vereda; el riesgo ahora es que Pablo Longueira lo personalice y dramatice todo. Sin duda ésa no es su intención, pero la señal que ha dado a los electores del próximo 5 de julio ha sido tan personal como dramática: o votas por Coloma o te quedas fuera del proyecto. Mala, muy mala señal para un partido que necesita con urgencia a todos los mejoresŠ y al mejor Longueira.

Sí: Pablo Longuiera tiene muchos méritos, pero no es el único. Hay otros, no muchos pero sí suficientes, que lo equiparan en entrega y convicciones. Y que fueran muchos los dotados para conducir, era justamente una de las principales características del proyecto de Jaime Guzmán. ¿Habrá que lamentar, dentro un tiempo, que también eso se haya perdido en la UDI?

Wednesday, April 1, 2009

¿Cuál Allende?



A 100 años de su nacimiento, a casi 35 de su muerte, el Allende verdadero debe comparecer ante nuestra mirada. En él confluían una serie de características no siempre congruentes entre sí, que iban desde su situación personal a su ideología, sus relaciones con las fuerzas de izquierda y sus ambiciones políticas; ciertamente era un personaje complejo.

Médico, masón, de buena posición social, de gustos refinados, de trato agradable, veterano político profesional, orador florido con tendencias reiterativas, parecía más bien un dirigente tradicional del Partido Radical que un PS. Tres veces derrotado en sus intentos electorales con el FRAP, sus compañeros de partido no se mostraron demasiado entusiasmados con su cuarta postulación: en el Comité Central del PS obtuvo 12 votos contra 13 abstenciones.

Sin embargo, el PC lo designó como candidato alterno a su propio abanderado, Pablo Neruda. Esta situación no se produjo por casualidad. Allende, en realidad, era un antiguo compañero de ruta del PC. El 15 de marzo de 1953, cuando se realizó en el Teatro Baquedano el homenaje al recién fallecido José Stalin. Allende había afirmado: "Stalin fue para el pueblo ruso, bandera de revolución, de ejecución creadora, de sentimiento humano agrandado por la paternidad; símbolo de paz edificante y de heroísmo sin límite, venerado por su pueblo; asombraba al mundo corrigiendo los propios errores, en un afán humano y digno de superarse; pero por sobre todos estos aspectos casi hieráticos de su personalidad, están su fe inmensa en la doctrina de Marx y Lenin, su irrevocable conducta marxista; todo lo hacía al servicio del pueblo, con la estampa de Lenin en los ojos y con el fuego del marxismo en el corazón; (...) Stalin ha muerto; hay muda protesta en las conciencias y congoja en las almas; hombres de la Unión Soviética, nosotros los socialistas, compartimos vuestro luto que tiene conmoción universal; (Š) vuestro consuelo, el saber que hay hombres que no mueren; Stalin es uno de ellos."

Después el futuro presidente se mantuvo completamente fiel al comunismo y a su sede rusa. "El PC es el partido de la clase obrera; el PC es el partido de la Unión Soviética, el primer Estado socialista del mundo; y quien quiera formar un gobierno socialista sin los comunistas, no es un marxista; y yo soy marxista," afirmaría con decisión.

Junto a su admiración por Moscú, Allende también se presentaba como un entusiasta de La Habana, donde concluyó compareciendo a la reunión fundacional de la Organización Latinoamericana de Solidaridad, (OLAS) controlada por el Departamento América del gobierno cubano. Y en el famoso Congreso de Chillán de 1967, Allende sostuvo que "sin claudicaciones", se requería de un partido "más duro y más fuerte, más dinámico en su acción, con conciencia revolucionaria y con capacidad política", para afianzar la Unidad Popular y llegar a los debidos acuerdos con los comunistas. En este contexto, no extraña que Allende confiara en su habilidad para transar las diferencias tácticas, en especial con el MIR, respecto del cual llegó a afirmar: "Veamos si es posible llegar a acciones comunes; y que el país sepa que tenemos tales puntos de contacto y podemos hacer tales acciones en común."

Está claro: Allende por su trayectoria inicial en política se ubicaba al lado de las posiciones de aparente moderación propiciadas por el PC. Pero, por sus más recientes actuaciones, se presentaba como un seguidor, un tanto heterodoxo, del revolucionarismo castrista y de la toma violenta del poder. ¿Había un modo propiamente allendista, entonces, de articular las diversas influencias revolucionarias que había asimilado, con su propia personalidad más bien burguesa? Sí, lo había. Concretamente, la "vía chilena al socialismo," con todas sus fatales consecuencias para el país.

Allende "reformista", stalinista controlado por el PC; Allende castrista, empujado por las fuerzas izquierdistas "revolucionarias"; Allende, "revisionista", con una "vía chilena" o "pacífica hacia el socialismo". ¿Cuál era el verdadero? ¿Uno, los tres, o ninguno? Quizás ni él mismo lo habría podido establecer con precisión.